viernes, 3 de septiembre de 2010

El callejón de los libros




Juan Francisco García Reynoso



Ahora más que nunca, a casi un año de haberse tomado la calle de Ignacio Comonfort para la venta de libros, es necesario hacer una reflexión de la actividad. Quizá nos vendría bien, para efecto de sopesar su desarrollo, regresar el tiempo y ubicarnos en aquel instante, cuando las calles de Ignacio Comonfort y la de Juan Ruíz de Alarcón iban a ser abiertas al tráfico vehicular.

Tras un incesante sondeo y recabar firmas, tanto locatarios, propietarios y organizaciones sociales, ofrecieron una rueda de prensa en el Congreso del Estado de Morelos con la finalidad de parar en seco la propuesta de apertura de estas calles al tráfico vehicular. La recepción fue muy bien vista por los diversos medios de comunicación, y gracias a ello (nos queda claro) fue que logramos que algunos políticos se sumaran a la propuesta. Un camino muy abrupto, un hueso muy duro de roer fue y ha sido pelear el espacio, pero hasta ahora ha tenido su recompensa.

No se puede olvidar que ya desde entonces en la calle de Ignacio Comonfort se exhibían documentales y películas de ficción por parte de organizaciones sociales como los Lazarillos y los Pregones. El material cinematográfico que recuerdo fue proyectado en la pared de la biblioteca del Estado de Morelos fue El violín, La toma y un filme de Óscar Menéndez a cerca del Ex casino de la Selva; también me tocó ver un performance de un grupo de niños por las noches: actividades, todas ellas, que se ofrecían de manera gratuita.




Y no son todos los antecedentes, años atrás la calle Comonfort había sido utilizada para mostrar esculturas de varios artistas y también para ofrecer conciertos. No hay duda, ya estaba predestinada la calle Comonfort a la cultura.

Pero no sólo de calles hablemos, con anterioridad recuerdo cómo el bar “La media luna” repercutía en este ámbito (culturalmente) en la calle de Juan Ruíz de Alarcón. Y ante la mención de este bar-cultural, que por cierto ya no existe, me parece excelente idea disgregar y enfocarme a otros espacios cerrados que han hecho una gran difusión de la cultura de nuestro estado en pleno centro de Cuernavaca y sin apoyo alguno de manera institucional: Es3, La maga, Las viandas. Hay algo en ellos que me hace pensar que El callejón del libro no es más que un proceso de todos ellos. Una necesidad de apoderarse de espacios y de hacer difusión cultural. Y en el riesgo de apostarle a la cultura, hemos sido testigos de la desaparición de lugares, suigeneris, para la divulgación del arte. No puedo dejar de lamentarme cada día el cierre de Buba, el espacio, alberca-artes, etc.

Me queda claro que El callejón del libro es el resultado de una lucha. Una actividad que ahora se coordina con el ayuntamiento del municipio mediante la Subsecretaría de Turismo y las direcciones de Cultura y Centro Histórico, pero que definitivamente se debe a gente que, como Marcela, han resistido el embate de las diferentes administraciones por hacer de las calles un espacio cultural y artístico. Me queda claro que son muchos los amigos y conocidos que han luchado por hacer de la cultura una forma de vida. Brindo por ellos. Pero ahora, gracias a la coyuntura terrible por la que transita nuestro estado, nos ha sido posible abrir una brecha entre los sueños y un posible proyecto. El callejón del libro no es una meta, es el inicio de un apoderarse de los espacios por y para la cultura. Una cultura que no deberá ni podrá jamás ser institucionalizada, una cultura independiente de un presupuesto y un estado de ánimo…, una forma de vida. En este instante no hay una realidad, su propia realidad será cuando las calles de Cuernavaca se conviertan en un Centro Histórico, Peatonal, Cultural y Artístico.



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