viernes, 3 de septiembre de 2010

La iluminación del lenguaje

Entrevista con Jorge Esquinca







Ricardo Ariza Jaimes



Poeta de obsesiones universales, Jorge Esquinca ha explorado las formas de la poesía, travesía que ha desembocado sólidamente en el poema en prosa. Su obra –en palabras de Vicente Quirarte- “es una de las más constantes, honestas y arriesgadas de nuestra cartografía lírica”. En su haber poético se encuentran libros como La noche en blanco (1983), Alianza de los reinos (1988), Paloma de otros diluvios (1990), El cardo en la voz (que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes en 1990), La edad del bosque (1993) y Sol de las cosas (1993), entre otros. Muy cerca de Saint-John Perse, Esquinca reconoce en las cosas la búsqueda de la iluminación, la epifanía que nombra -otra vez- inesperadamente al mundo.





¿Buscas llegar a Dios al desdoblar el lenguaje hacia un erotismo místico en tus poemas, en donde el cuerpo femenino, el ser femenino es la ciudad como templo, santuario; crees, como Vicente Huidobro, que “el poeta es un pequeño dios”?

Es una pregunta como de tesis. No sé si se pueda llegar a Dios o a lo que entendemos por la divinidad a través de la poesía, en todo caso lo que han hecho los místicos, pienso en San Juan de la Cruz, es expresar o tratar de darle expresión a la experiencia y al encuentro con la divinidad, en ese sentido la poesía se vuelve el único vehículo posible para tratar de darle nombre a lo que no tiene nombre, a lo que no se puede decir, y yo ubicaría lo que he estado tratando de hacer, sobre todo quizá con más consistencia en la última parte de mi trabajo, verbalizar ciertas experiencias que no son fácilmente explicables a través del lenguaje más racional o más cotidiano del transcurrir de la palabra que usamos todos los días; sí me ha interesado mucho el mundo de la mística, ha sido una de mis lecturas más frecuentes, aunque yo no me considere una persona propiamente religiosa, en el sentido de tener una fe o un credo, sí hay en mí una preocupación religiosa desde muy joven, que no necesariamente se ha visto, sobre todo desde que tenía 20 años, ligada a un credo religioso en particular, me interesa la historia de las religiones, he leído asiduamente y espero con mucho provecho a Mircea Eleade por ejemplo, y me ha parecido encontrar sobre todo en su concepción de lo sagrado una posibilidad de establecer un vínculo más profundo con el mundo y conmigo mismo, entonces, seguramente este trasunto de lecturas ha influido sobre mi manera de percibir el fenómeno de la poesía también como una posibilidad, ya lo decía al principio, de establecer esta especie de vínculo con lo inefable. Ahora, tu pregunta tiene varias vertientes, una de ellas era si creía con Vicente Huidobro que “el poeta es un pequeño dios”... y en todo caso mi poesía es un movimiento en sentido inverso, Huidobro lo que quiere es aparecer una rosa de la misma manera en que lo hace la naturaleza, y en mi caso es una tendencia opuesta, es decir: volver las cosas al origen que es lo sin nombre, no sé si sea esto posible pero me parece que ejemplifica de algún modo la trayectoria del ser humano que aparece durante un breve instante en el mundo y vuelve a la sustancia de donde vino, a una sustancia sin nombre, informe. Entonces lo que hace el poeta es tratar de alterar en la menor manera posible el curso natural de los acontecimientos, en ese caso mi experiencia estaría quizá en las antípodas de Huidobro, él que quería erigirse como un creador de la misma potencia y de la misma sabiduría, no sólo que la naturaleza, sino de Dios mismo, creo que en este caso mi propuesta es bastante más modesta.

¿La anatomía de Vena Cava constituye el dibujo de un cuerpo poético, es un manifiesto o arte poética de cómo escribir en estos tiempos?

No, no creo, sobre todo, que en estos tiempos pueda darse ningún tipo de receta ni de programa de escritura, creo que, al contrario, son tiempos que reclaman una mayor individualización, por decirlo así, del fenómeno poético, me parece, y lo veo sobre todo en poetas de tu generación e incluso en poetas más jóvenes, que sin perder una muy estrecha relación con la tradición hay una serie de propuestas muy personales, que se separan de cualquier tipo de programa o de corriente poética por llamarla de otra manera, a mí me parece que la lucha de cada quien está en encontrar lo que a cada quien le toca decir, descubrir cuál es la voz, si es que la hay, personal de cada uno, esto también tiene que ver con la voluntad de la expresión que surge a través de los años, yo creo que el ir elaborando una poética, que sí es una preocupación, va siendo resultado de la experiencia de ejercer el oficio poético, se va dando al mismo tiempo, la reflexión sobre la escritura, se da, por lo menos en mi caso, de manera muy íntimamente relacionada con la escritura, con el ejercicio mismo, en ese sentido me parece que es algo inseparable, ahora sí creo que son tiempos que nos invitan a reflexionar, a estudiar, a analizar de manera muy cuidadosa la teorización de lo poético, no podemos ignorar a pensadores tan importantes del siglo XX como T. S. Eliot, como Octavio Paz, para dar un ejemplo nuestro, o como Paul Válery, para ver tres ejemplos en los cuales se asientan, a mi manera de ver, las bases de la reflexión sobre lo poético que actualmente ejercemos, en mayor o menor medida, quienes estamos escribiendo.

¿Cómo llegaste a esa forma llamada poema en prosa, cómo respiras con ella?

Bueno, precisamente es una cosa interesante lo que mencionas de la respiración porque si bien el verso me parece que por su naturaleza es mucho más cercano a lo que podríamos llamar un fenómeno de la respiración, la versificación, en mi caso ha tratado de ser fiel a mi propia manera de respirar, el poema en prosa me ofrecía otra vertiente que es la fuente narrativa, esto que René Charte ha llamado “la fuente narrativa”, el sustrato anecdótico que muchas veces reside como un trasfondo en la experiencia; empecé a escribir poemas en prosa casi al mismo tiempo que poemas en verso, pero dándome cuenta de que estaba ejerciendo de dos maneras distintas y a la vez complementarias, el trabajo con la palabra poética, por un lado el poema en verso me permitía estar más cerca del canto, y el poema en prosa me permitía estar más cerca del cuento, y como siempre me han gustado mucho las historias, desde niño, recuerdo que una de las clases que me gustaba más en la primaria era una clase que se llamaba “historia sagrada” que no sé si aún se siga impartiendo en los colegios particulares, yo lo dudo, era una clase fascinante porque todo sucedía en torno a pequeños relatos entresacados de la Biblia, sobre todo del antiguo testamento, que es por su naturaleza misma un surtidor inagotable de cuentos, de historias, de leyendas, y entonces, aunque nunca lo he desarrollado de manera propiamente narrativa, el poema en prosa me permitió desde un principio contar historias que no perdieran el íntimo contacto con la palabra cargada de intensidad que es la palabra poética.

Has dicho que el poema en prosa es “puro centro” ¿cuál es el proceso de un poema en tu escritura?

Varía. Muchas veces surge de una experiencia que se va decantando en mí, una experiencia muy cotidiana, se va decantando hasta que se convierte en un ritmo, que me es posible verbalizar, que me es posible plasmar a través de palabras, otras veces ha surgido del contacto con una obra preexistente, como una pintura, muchos de los poemas en prosa o una buena parte de ellos, tiene como punto de partida la pintura, o ciertas obras de los pintores, y eso en mi caso ha sucedido de una forma bastante natural, es decir, la imagen plástica de un cuadro, me suscita casi de manera inmediata una especie de proceso de traducción a lo verbal, a la palabra, todo se vuelve cosa de ir buscando ese centro que yo definiría como precisión, como exactitud, como un equilibrio muy cuidadoso, muy delicado entre todos los elementos que lo constituyen, pienso en el poema como un organismo, como un organismo vivo al que si le quitas cualquiera de sus componentes, corre el riesgo de morir, o cuando menos de enfermar gravemente, entonces por centro entiendo esto, que no haya nada más, pero tampoco nada menos de lo que ese organismo requiere para tener una presencia en el mundo de lo verbal.

¿Un poco la idea de la filosofía zen, en la que el arquero al acertar en el blanco, ha acertado a sí mismo, en el centro de lo que es, y no de lo que él mismo piensa que es?

Sí, sí tiene que ver, por supuesto. Entre las cosas que he leído están aquellas relacionadas con el budismo y con la tradición zen, esta metáfora del arquero es muy significativa porque lo que quiere decir es que finalmente el blanco es uno mismo, no que toda la experiencia se reduzca a uno mismo, pero sí que uno es el sujeto que recibe la flecha pero a la vez la transforma, no puede haber nunca una transmisión de ninguna de las circunstancias que nos suceden en la vida, menos las que tiene que ver con la expresión de lo poético, porque allí el mundo de las emociones es tan fuerte como el del intelecto, como el de la razón, entonces la sustancia con la que trabajamos es una sustancia inestable, es una sustancia que se está trasformando continuamente en sí misma, entonces a la hora de convertir esto en palabras uno debe de buscar que su transfiguración sea la mejor posible, que quede detenida en un instante de mayor limpieza, de mayor lucidez y fuerza.

Hablando sobre otras cosas, ¿qué piensas de lo que críticos y colegas han escrito sobre tu obra y acerca de ti?

Bueno, generalmente me parece que he sido afortunado en ese aspecto, quienes han escrito sobre lo que yo he escrito lo han hecho de manera muy generosa, con afecto y con atención, creo que puedo sentirme satisfecho de haber tenido buenos lectores, y a la vez buenos intérpretes por llamarlos así, que han leído con lupa, que muchas veces me han revelado a mí mismo cosas que yo no había notado dentro de mi trabajo, y eso es algo que creo que todos los que escribimos agradecemos siempre de una crítica o de una reseña o de un prologuista que te ayude a ver cosas que para ti mismo estaban ocultas dentro de tu propio trabajo.

Tú mismo eres un crítico de artes plásticas, de literatura.

He escrito sobre todo acerca de la plástica, de la pintura, de literatura, no escribo desde un punto de vista académico ni desde el punto de vista del crítico formal, el crítico que tiene un bagaje muy amplio de herramientas teóricas para referirse a una obra, sino que he más bien buscado los puntos de contacto, las correspondencias que, decía Baudelaire tienen las distintas artes y me ha parecido encontrarlas con mayor frecuencia sobre todo en el trabajo de los pintores, creo que hay una frecuencia, una dimensión muy semejante a la del poeta, entonces mi acercamiento ha sido de este tipo, buscando más que nada establecer un diálogo con la obra sobre la que estoy escribiendo, no tanto una revisión de sus partes y de sus elementos que la constituyen como tal, sino de buscar un diálogo entre lo espacial que es la obra plástica y lo verbal, o lo temporal que es el trabajo de la escritura.

¿Qué piensas de Octavio Paz y sus Privilegios de la Vista ?

Ya lo mencionaba antes, Octavio Paz ha sido para mí un maestro a distancia, lo sigue siendo, vuelvo a sus obras con frecuencia, recientemente presentamos su tomo XV de las obras completas que está publicando el Fondo de Cultura Económica y volví a escribir una vez más sobre Paz, lo he hecho desde hace muchos años en diversas ocasiones, me parece que algo como lo que tú mencionas, Los Privilegios de la Vista, es un libro de texto para quienes no tuvimos una educación formal académica relacionada con las artes, en otra entrevista, Vicente Quirarte y yo hablábamos de esto y yo comentaba que para mí, no sólo los privilegios de la vista sino la obra entera de Paz, fue una especie de escuela, porque yo estudié otra cosa, yo estudié ciencias de la comunicación, que si bien tiene muchos puntos de contacto con la literatura y con el mundo de las artes tiene otras vertientes que la separan de una manera notable, los privilegios de la vista, para centrarnos en esto que tú quieres mencionar, creo que es la obra de un extraordinario pensador mexicano, Octavio Paz no sólo ha sido uno de los más grandes poetas de nuestra lengua, sino también uno de nuestros más completos, brillantes, más sabios pensadores, entonces su averiguación de lo plástico arroja una enorme cantidad de luces sobre la naturaleza del fenómeno plástico, particularmente de la pintura, que fue algo que a Paz le preocupó y le fascinó durante toda su vida, por supuesto que de ahí yo he tomado un impulso para escribir sobre plástica, y seguramente lo hice desde muy joven por haber leído lo que Paz escribía sobre esto, claro he leído a mucho otros autores de crítica y de textos sobre plástica pero Paz seguirá siendo para mí siempre un maestro.

En Alianza de los Reinos, El Cardo en la Voz y Paloma de otros Diluvios, hay un poeta que celebra y convive con el universo, esta voz se transforma en libros posteriores como Isla de las Manos Reunidas y Vena Cava, cómo observas tú esta evolución.

Quizá lo que había que matizar es que más que una celebración, o mejor que una celebración, lo que me parece advertir como un punto de contacto a lo largo de los libros que mencionas, y que en su conjunto hasta Vena Cava cierran con un ciclo de 20 años de escritura que comienza en 1982 con La noche en blanco y termina en 2002 con Vena Cava, a mí me parece que lo que los puede vincular a todos ellos es una inmersión en la dimensión de lo sagrado del mundo, si leo en retrospectiva los libros, y lo he estado haciendo ahora porque la UNAM va a publicar a fines de año una reunión de todos estos libros en un volumen, que todavía no tiene título, está sin nombre, pero es quizá esa búsqueda en la zona de lo sagrado de nuestro mundo, si bien lo religioso, o lo místico pueden derivarse o tener puntos de contacto con esta dimensión, me parece que la dimensión de lo sagrado bien puede pertenecernos a todos aquellos aun no siendo religiosos, aun sin tener una fe religiosa, muchos menos una experiencia mística, me parece que la experiencia de lo sagrado sí puede ser frecuente, por lo menos en mí caso lo ha sido, y he tratado de mantenerme en lo posible fiel a esa experiencia y a su surgimiento en lo que escribo, no ha sido el que yo me proponga escribir con este propósito determinado de buscar la expresión de lo sagrado, sino que emerge de una manera frecuente, natural, muchas veces espontánea dentro de mi propia vida y por supuesto se manifiesta de manera concreta en lo que escribo.

Uno de tus temas es el de la muchacha como elemento central del poema, dices: “Bien puedes llamarte María, muchacha más ligera que un diente de león” ¿Qué es para ti el mundo femenino?

Es precisamente el lugar donde de manera más evidente se manifiesta lo sagrado, el mundo de lo femenino es por excelencia el mundo de lo sagrado, recuerdo alguna conversación con Rubén Bonifaz Nuño en donde él dice que la mujer es el ser mejor realizado de la creación, y estoy completamente seguro de que así es, siempre me he sentido muy cercano a ese mundo, quizá porque crecí rodeado de mujeres, tengo cuatro hermanas, más jóvenes que yo, me tocó verlas crecer y estar muy atento a su desarrollo y a sus vidas, y puedo pensar que el mundo de lo femenino es el mundo de la creación también, que si la creación misma tuviera un rostro, tendría que ser el rostro de una mujer; he encontrado a lo largo de mi vida mucho motivos de inspiración, de estímulo, de enigma continuo, de un misterio que subyace siempre en lo femenino, que como una especie de imán muy poderoso invita a ser desentrañado, sin que sea algo que se pueda conseguir plenamente, de ahí su encanto, pero dentro de esto que es profundamente misterioso, enigmático y desentrañable podemos encontrar elementos o tomar de él elementos para, no solamente alimentar una escritura poética, sino enriquecer nuestra propia visión del mundo y de la vida.

¿Qué importancia tiene el erotismo en tu obra?

Es una importancia principal. “El amor que mueve el sol y las demás estrellas”, que decía Dante, me parece que sigue siendo el motor de nuestra existencia, de la existencia humana, en ese sentido la fuerza erótica se convierte en una fuerza creativa y en un propulsor de lo poético también; tiene una importancia central, desde diversos ángulos, por un lado éste que menciono de la fuerza creativa, pero también como el vínculo más poderoso que pueda existir entre dos seres humanos, en mi caso es con una mujer, pero la experiencia amorosa no se limita, no está encerrada, encapsulada en lo meramente sexual complementario, sino que hay una experiencia erótica en la amistad, el amor entre los amigos es otra de las raíces que han sido muy poderosas a lo largo de mi vida, y es una de las cosas con las con las que puedo estar agradecido, el haber entregado tantos años de mi vida al ejercicio de la literatura y la poesía, que a través de este ejercicio he podido encontrar a los mejores amigos que he tenido en mi vida, y que lo siguen siendo actualmente, entonces creo que la importancia es central.

Hablemos de ese paraíso perdido que es la infancia, ¿cómo estructura tu obra?

Hace poco me invitaron a dirigir un número de la revista Tierra Adentro que, como tú sabes, de un tiempo a esta parte se ha vuelto una revista monotemática, con directores huéspedes, cuando Víctor Manuel Cárdenas me propuso dirigir un número y me pidió un tema, casi sin pensarlo le contesté: la infancia. Quizá por que lo que me sigue pareciendo fundamental en un creador, cualquier creador, sea poeta, sea músico, sea pintor, sea coreógrafo, es el haber conservado intacto en la medida de lo posible este corazón de niño, este centro del asombro y del entusiasmo que muchas veces también es un centro en el que el asombro va de la mano con el terror, con la indignación ante sucesos del mundo que no puedan pasar desapercibidos; el hecho de que yo recurra a la infancia a lo largo de lo que he escrito me parece que tiene dos motivos, uno puede ser el mantener vivo este centro, y otro es el darle voz a seres y criaturas del mundo que no la tienen, que no tienen esa voz y que a través de la palabra poética se expresan y adquieren un cuerpo y una presencia centrales.

¿Qué piensas acerca de los sueños, qué sueña el poeta cuando duerme?

He soñado mucho en distintas etapas de mi vida, me refiero al sueño de estar dormido y soñar, durante temporadas he tenido sueños maravillosos, inolvidables, otras etapas de mi vida en las que no he recordado mis sueños, pero son una fuente, que ya habían visto con mucha claridad los poetas románticos, inagotable, son otro libro, finalmente, en el que hay que leer y en el que hay que saber leer. No he confiado a la hora de escribir en la lógica de los sueños, me parece que tienen una lógica tan particular que los hace casi imposibles de transcribir como tales, pero sí me parece que hay una enorme gama de posibilidades de transformarlos en literatura o en poesía, cuando se ejerce sobre ellos la vigilancia de la inteligencia, hay que saberlos aprovechar como una especie de magma que se nos da de una manera informe, violenta, impuesta con toda naturalidad y que a la hora que nosotros podemos leer en ellos podemos extraer una gran cantidad de imágenes y de historias.



Sabemos que el cine y las artes plásticas son una fuente de inspiración de tu proceso creativo, el texto de Quasi Stellar Objects, dedicado al film La ciudad de los niños perdidos, así nos lo deja saber, ¿qué otros filmes te han influenciado?

Muchos. El cine es muy importante en mi vida y en lo que escribo aunque no se note tanto como con la pintura, pero a parte de este poema que mencionas he escrito otros, por ejemplo a partir de películas de Víctor Erice, este director español de El sol del membrillo, de esta película en la que aparece Ana Torrent, muy chiquita, El espíritu de la colmena, en fin, pero me gustan mucho películas de Ridley Scott, Blade Runner es una de mis películas favoritas, me gusta mucho el cine de Buñuel, Luis Buñuel me sigue pareciendo fascinante, me gusta mucho Kúbrick, la obra completa de Kúbrick creo que es quizá el más importante cineasta inglés de la historia. Y me gustan otras vertientes del cine, me gusta mucho Woody Allen, por ejemplo, sus películas me parecen no solamente brillantes por su inteligencia, sino cargadas de un sentido del humor que es a la vez revelador y profundamente hilarante; no sé, podría extenderme mucho, el cine ruso, el cine de Tarkowsky, relacionándolo con este experiencia de lo sagrado, su visión religiosa y mística del mundo es algo que comparto plenamente, tengo todas sus películas en video, las reviso con frecuencia, he dado algunas pláticas en donde las relaciono con la experiencia de lo poético, algún día me gustaría escribir un libro sobre la poética de Tarkowsky, que sin duda es uno de los cineasta en donde es más palpable ver una cosmovisión poética expresada de una manera admirable en sus imágenes cinematográficas. Me gusta mucho el cine italiano, me gusta Fellini, me gusta Visconti, las viejas películas de Visconti que ahora no se pasan mucho, como Muerte en Venecia, por ejemplo, me gusta mucho el cine alemán, me gusta la obra de Wenders, sobre todo la obra de Werner Herzog, para mí es el más importante cineasta alemán de esa generación, todas sus películas principalmente Fitzcarraldo, me gusta mucho el cine de esta corriente, no sé si le pueda llamar corriente pero por lo menos sacaron un manifiesto, que se llama Dogma, principalmente de cineastas daneses, donde encuentro muchos puntos de contacto con Lars Von Trier, este autor de la película Dancer in the Dark, donde actúa la cantante Björk y de Breaking the Waves, que son dos películas hermosísimas, profundamente religiosas o con una visión muy religiosa, cristiana de la experiencia del cineasta. En fin, como ves la lista es grande, y podríamos platicar de cine un largo rato, es una de mis pasiones. Algún día tendré tiempo para escribir más a fondo sobre cine.

Hay quienes intentan explicar de alguna forma la poesía, ¿has intentado definirla?

No, pero sí me gustaría que en ciertos momentos de mi trabajo se pudiera leer una especie de poética, como lo decía antes no hay un manifiesto, ni creo que lo haga jamás, pero en diversos momentos, por ejemplo en el poema Residual, que parece dos veces con el mismo título en dos momentos, uno en Vena Cava y otro en El Cardo en la Voz en el que a través de frases breves, cercanas a lo aforístico expongo una visión más concretamente dirigida hacia la identificación de lo poético, hay otros poemas que pueden ser leídos como una reflexión de lo poético, hay un poema que se llama El agua y la piedra que está en Alianza de los reinos y algunos otros más que me gustaría que fueran leídos como un arte poética, sin ir más lejos, el último poema de Vena Cava, Lindbergh a mi modo de ver tiene una lectura en la que este viaje de Lindbergh, en este viaje del aviador puede muy bien establecer un paralelo con el viaje de la escritura o del poeta sobre la página en blanco, muchas veces hay un punto de partida muy concreto pero nunca hay seguro un punto de llegada, Lindbergh no sabía si iba a completar el viaje, de la misma manera el poeta nunca sabe si va a completar el arco de la escritura en un poema, durante su transcurso corre el riesgo de perderse, como le pasó a Lindbergh, entonces la página en blanco es el espacio abierto por el que va transcurriendo el avión que es el verso.

¿Qué tan importantes son los premios de poesía?

Son importantes porque te dan un sustento económico que es muy necesario para poder continuar con los proyectos personales, yo es la única importancia que les veo, quienes hemos ganado un premio o una beca creo que lo primero que nos ayuda a resolver estos estímulos es una situación de economía cotidiana, personal o familiar, y el poder resolver o tener semi resuelta la situación económica te da una tranquilidad necesaria para la creación, pero no creo en los premios como canonizaciones de ningún autor o de ningún tipo de escritura, son un apoyo económico importante nada más.

Cómo evaluarías el panorama actual de la poesía en México.

Es difícil evaluarlo, pero hace poco presentamos aquí en Guadalajara la antología que hicieron Ernesto Lumbreras y Hernán Bravo El manantial latente y fue un libro que leí con atención, y con un enorme placer en muchas ocasiones, porque me puso en contacto muy cercano con poetas muy jóvenes que no conocía, otros que sí conocía pero que volví a leer bajo una luz distinta, ya agrupados en este trabajo, que me parece muy bien hecho por Hernán y por Ernesto, me descubrió una gestación, una efervescencia que no había notado cuando menos en conjunto en la nueva poesía mexicana, lo cual para mí es una fuente de entusiasmo, el descubrir a poetas tan jóvenes que están escribiendo muy bien, no sólo formalmente sino con una visión ya muy clara de lo que quieren conseguir, a mi siempre me ha estimulado, me parece que es un panorama diverso, variopinto en el que esta misma pluralidad de visiones y de propuestas habla de una riqueza que no se ha perdido desde que en los años 60´ apareció la antología Poesía en Movimiento, se veía venir este continuar de poetas que no se ha detenido a lo largo del siglo 20 y no es difícil predecir que no se detendrá en el siglo 21. En algunos casos en los poetas más jóvenes, me parece ver en ellos una especie de prematura sabiduría, me parece que han vivido menos de lo que han leído, me parece que su experiencia ha sido mucho más libresca que vital, no lo señalo como un defecto, sino como una circunstancia porque estoy seguro que la experiencia vital vendrá dándose con los años y tendrá que, necesariamente, ayudar a equilibrar a decantar y a pulir, la mayoría de ellos son poetas formados en la universidad y en lecturas muy tempranas pero a la vez muy profundas, por ejemplo me impresiona ver que muchos de esto poetas, la gran mayoría han leído a poetas tan complicados como Paul Celan o como Mallarmé o el Vallejo de Trilce y me sorprende ver que los han asimilado, cuando menos en el terreno de la escritura o de lo verbal bien, entonces esto me hace plantear qué será cuando su propia experiencia, su tránsito en el mundo ponga en crisis toda esta experiencia literaria, creo que pueden surgir cosas más interesante.

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