lunes, 10 de septiembre de 2012

Seminario Cultural #71

Desde algún lugar de las barrancas de Cuernavaca, Mor. México.


¡VIVA EL SANTO SEÑOR ZAPATA!


Víctor Gochez




Editorial
Fotoseptiembre


Fotoseptiembre es un festival que se realiza con la finalidad de promover la fotografía en todo el país, así como la conexión del movimiento fotográfico de México con el exterior. 
Es más que un festival tradicional que se realiza en un solo lugar y con una programación definida por un solo centro; es un festival que convoca a todo el país a festejar este arte durante todo el mes de septiembre.
A partir de 1993, uno de los referentes más importantes de la fotografía en México este festival, que cumple en este año su décima edición, continuando un modelo cuya permanencia y viabilidad se basan en la colaboración entre la comunidad de fotógrafos y artistas, la sociedad e instituciones culturales tanto nacionales como internacionales, mismas que han colaborado y sumado esfuerzos desde su primera edición para realizar de manera bienal el mayor festejo de la fotografía en América Latina. En el seminario cultural Artetipos tendremos la próxima quincena, un número especial de fotógrafos radicados en el estado de Morelos. 


PORTADA


02


COLUMPIO
La diversión del conocimiento científico, 
en un ir y devenir de ideas.
Por Oscar Rodríguez

*"El Genio humanista, Leonardo Da Vinci".
*"He ofendido a dios y a la humanidad; porque mi trabajo, no tuvo la calidad que debió haber tenido".
*"Reprende al amigo en secreto y alábalo en público".

Elegantes y maravillosas frases que nos dejó el buen Leonardo Da Vinci, y a petición de algunos amables lectores y seguidores de mi aguardentosa voz, me pidieron que escribiera sobre este personaje, como resumen de un programa en Radio UAEM, titulado "Despertar con-ciencia" que conduce mi amiga Susana Ballesteros.
Mucho se conoce del genio y artista; sin embargo, esta vez quiero relatarles algo que pocas veces se menciona de él y que es justamente su Humanismo (en su caso, con "H", mayúscula).
Cerca del Palacio de Vinci (próximo a Florencia), hijo de Catrina y Pietro de Antonio nació ese "bastardo" llamado Leonardo,  -que estoy seguro más de uno, lo hubiera querido tener como hijo legítimo- el 15 de Abril de 1452. Su primer dibujo se trató de un dragón, que escupía fuego y que le pidió un campesino. El padre lo vendió a Milano Cola, por mucho mejor precio y a nuestro amigo que lo solicitó, simplemente el padre de Leonardo le dibujo el clásico corazón con la flecha cruzándolo, el niño Leonardo rondaba los ocho años… tiempo después fue alumno del maestro Verocchio (teniendo como compañeros a Sandro Botticelli y Perugino, entre otros), a los 20 años pinto a "Sta. María de la Nieve", luego estuvo con Ludovico Sforza donde pintó "La adoración de los magos” - que no terminó, como muchas de sus obras- y "La Virgen de las rocas"; trabajó como ingeniero y urbanista cuando fundó su academia; después trabajó como arquitecto e ingeniero militar… de esa etapa son "La virgen y el niño con Sta. Ana" y "San Juan Bautista", luego estuvo al servicio de César Borgia - etapa donde tuvo excelentes reflexiones con Maquiavelo- pintó "La Batalla de Anghiari"; posteriormente de 1503 a 1506 y luego de 1510 a 1515, trabajó en su famosísimo cuadro titulado "La Gioconda", murió de 69 años, el 2 de Mayo de 1519.
La información que aquí comparto, viene de mi pasión por conocer a este "Genio" y de 8 biografías distintas; expongo aquellos datos donde coinciden todas; se dice que al menos profesó 13 profesiones (anatomista, arquitecto, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista), han pasado a nuestra cultura obras como "La Última Cena", "La Gioconda", el famoso "Hombre de Vitruvio" - donde manifiesta las proporciones anatómicas, el carro de combate, el helicóptero, el submarino y hasta el automóvil-. Un joven que lo acompañó muchos años, a quien le denominaban "Salai" que significaba el demonio, jovencito muy travieso, un poco gustoso de sustraer lo que no le pertenecía, pero que siguió a su maestro con devoción, prueba de la belleza de cara, quedó plasmado en el cuadro de "San Juan Bautista"… Leonardo fue acusado de sodomía, aunque nunca fue demostrado (mucho se ha escrito al respecto, pero francamente no me parece que sea relevante, si era o no homosexual).
Sus escritos ocupan cerca de 20 000 páginas, de la cuales sólo se conocen alrededor de 13 000 (las otras están en posesión del Vaticano) y se pueden apreciar en Louvre, España, Inglaterra, Milán -entre otros- . El multimillonario Bill Gates es poseedor de parte de estas páginas y pagó una suma de 38 mil millones de dólares; donde se relata la escafandra, el códice sobre el vuelo de los pájaros y una obra de hidráulica, sobre el secado de lagunas.
Hacia 1490 hizo su experimento sobre "la ontogenia, recapitula la filogenia", era capaz de doblar herraduras con cada mano (de las cuáles una dibujaba y escribía; mientras que la otra pintaba), inventó un sistema para memorizar rostros y colores (de hecho el ahorcamiento público de Savoronola, se encuentra dentro de su obra), dormía entre 2 y tres horas, era vegetariano por decisión y amor hacia los animales; hay muchas anécdotas por su respeto a los niños y los ancianos, para sus estudios anatómicos profanó tumbas y es famosa su lira de plata con cabeza de león, en la cuál componía música y cantaba con voz excelente; además de su belleza corporal, la paz que irradiaba este genial hombre, quedó plasmada en varios relatos de quienes tuvieron la oportunidad de conocerle.
Les dejo con algunas de sus maravillosas frases, llenas de sabiduría y humanismo (por cierto, también inventaba adivinanzas):
"Así como una jornada, produce un dulce sueño, así una vida bien usada, causa una dulce muerte".
"Verdaderamente, el hombre es el rey de los animales; pues su brutalidad, supera la de ellos".
"Quien de verdad sabe de lo que habla, no encuentra razones para levantar la voz".
"Quien no castiga al mal, ordena que se haga".
"En cuanto nace la virtud, nace contra ella, la envidia y antes perderá el cuerpo su sombra, que la virtud su envidia".



03



UN AGUJERO DIMINUTO EN LA PARED

Efraím Blanco

Creo en la existencia de los duendes, pero procuro no hablar mucho de eso. Prefiero evitar el tema porque siempre me hace quedar mal. Apenas le cuento a alguien de la existencia de alguno de ellos y no vuelven a visitarme en meses. Los pequeños bastardos. Les tengo un cariño especial, excepto cuando es la época del mes en que necesitan abastecer su alacena y empiezan a robarme cosas. El mes pasado les dio por secuestrar al gato. El felino se llamaba Señor Kawamura. Un digno apellido oriental.
El lindo Kawamura era serio y valiente como todo un guerrero samurái. Cuando los duendes se lo llevaron ni siquiera maulló para pedir ayuda. Vinieron cinco de esos pequeños hombrecitos y lo cargaron con una facilidad pasmosa. Yo leía un libro de cuentos y apenas puse atención al rapto. Lo confieso. Los miré alejarse por un rincón del cuarto hasta encontrar un agujero diminuto en la pared. Por allí pasaron de uno en uno. Luego, con una cuerda, jalaron a la mascota hasta cruzar por la grieta. El minino me miró con aires de resignación hasta perderse de vista.
Días después regresaron los duendecillos. A veces, aún dormido, escucho sus pequeños pies trastabillar entre los libros. Se insultan en voz baja cuando algo sale mal, pero son generalmente muy organizados. No dejan huella de nada. Al parecer esta temporada debían almacenar más comida que la de costumbre. Sospecho que en las épocas de vientos fuertes necesitan más alimento. Lo digo porque esa vez se llevaron a mi mujer. Ella tampoco opuso gran resistencia. De alguna manera sabía que la cosa tenía que ser así y se dejó llevar. Esa ocasión fueron diez los pillos. Semidormido, me di cuenta de todo pero apreté los ojos para no hacer ruido. Mi señora, tan cansada la pobre, ni siquiera se daba cuenta de lo que ocurría hasta que la pasaron por el agujero.
De unos meses para acá el departamento ha estado de lo más tranquilo. Aunque los domingos en la tarde me da por extrañar a mi gente. A veces transmiten cosas en la tele que quisiera comentar con alguien y ella ya no está. Tampoco Kawamura. Los duendes sí. Se sientan en el sillón y se adueñan del control remoto para buscar sus programas preferidos. Les gusta ver canales de noticias desastrosas y se destornillan de risa. Preparan palomitas de maíz en el horno de microondas. Cuando se aburren simplemente desaparecen por el resquicio de la pared.
Si me asomo al agujero por donde se escabullen oigo el bullicio de su pequeña ciudad. En ocasiones paso noches enteras escuchando su fiesta y muero de risa con los chistes que se cuentan por las callecitas de Ciudad Duende. Son unos malditos comediantes. He pensado que las cosas no pueden seguir siempre así. En una pequeña bodega guardo una gruesa manguera. Sería cuestión de abrirla a máxima presión y dejarlos ahogarse lentamente. Mueran pequeños bastardos. Sin embargo cuando estoy a punto de hacerlo pienso en mi amor y en el pobre de Kawamura que no sabe nadar. Tengo la esperanza de que sigan vivos y los enanos los necesiten para ayudarlos a cargar cosas, o quizá divertirse con ellos sin hacerles ninguna maldad. Eso es lo que pienso. O eso es lo que deseo.
            Los meses han pasado y he olvidado ir al trabajo. El teléfono lleva días desconectado y la chapa de la puerta ya no funciona. Estoy encerrado. Hay más duendes de lo normal. Ya no uso el control de la tele. Ahora me gustan un tanto más los programas de noticias y mi labor del día consiste en preparar la comida para mis huéspedes. Estoy siempre al servicio de ellos. A veces vienen cuando estoy dormido y pienso que van a llevarme. Pero no lo hacen. Así que espero. Me gustaría volver a ver a mi mujer. También al bueno de Kawamura. Quizá un día me roben los duendes. No diré que no me asusta. Pero les tengo un cariño especial.


Efraím Blanco
Es egresado del Diplomado en Creación literaria de la Escuela de Escritores “Ricardo Garibay” del Estado de Morelos (ICM/SOGEM). Estudió Letras Hispánicas en el CIDHEM. Ha publicado los libros de poesía “El alma de las cosas”  e “Imaginando sueños” y los libros de cuento “Estos pequeños monstruos” y “Absurdos”. Sus poemas y cuentos aparecen en diversas antologías; Ha publicado textos en periódicos estatales y nacionales, páginas de internet y revistas como Voz en Tinta, Atemporia, El Perro Andaluz, México Volitivo, ConVersa y La Piedra. Primer lugar de Poesía en los Juegos Florales Cuernavaca 2010. Tiene una columna literaria semanal titulada “En el ápice” en el diario el Regional de Morelos. Aparece en la selección de 100 autores del concurso hispanoamericano de minificción de la web hipérbola.org
Recientemente se hizo merecedor del XI premio nacional Juan José Arreola 2012 que otorga la ciudad de Guadalajara.




POEMA 1

DASEIN
La niña flor
Mónica Gameros

Cascada de palabras, cartonera
Colección 2011, Vol. 7


VII

América te he dado todo,
ahora no soy nada
Allen Ginsberg

América, mis raíces vienen de la tierra negra
& a la tierra negra he devuelto la semilla blanca.

Esto que soy, este montón de huesos,
convertidos fueron sobre el canto del viento;
se tornaron juego, palabras, suspiros;
todos se cubrieron de ego:
me calzaron, me vistieron, me domaron y luego
me abandonaron al tiempo
& me quedé con el canto escurriendo por mi mano.

América, esta mancha blanca, esta sangre depredadora,
esta idea tuya de la vida:
me hace nudo la calma,
me rompe cada mañana.

Al amanecer de mi memoria lo estalla;
me deja en silencio,
me resguarda en medio de la pesadilla humana.

América, del trigo vengo & el maíz está en mi sangre:
soy mar, del río caigo. Soy espada, soy jade:
soy guerra, violencia, amor impuesto,
una oración nocturna ante la duda absurda.

Si canto, las cañadas estallan.
Si bailo, los ríos sangran: no sé tejer la tierra,
no sé bailar para unir al universo,
no veo el ombligo del fuego nuevo: tu lengua
se me escapa.

América, soy niña, flor, tierra negra;
en el vacío monto sobre el terrible silencio.
El paisaje es roca, las ciudades histeria, los gusanos
delirio que traga viento.

Soy duelo, moneda rota, semilla perdida.
Soy una roca  pintada por la mano de una niña;
soy palabra en medio de la niebla,
una cruz blanca en la guerra,
una granada que cae entre tus hijos.

Sigo siendo la prueba de tu derrota.

En mis manos, en mis piernas,
veo a las mujeres humilladas en tiempos de guerra;
en mis ojos veo los del depredador furtivo:
demonio blanco de oscura mirada,
de cabello negro, de piel nevada,
de implacable deseo.

A morir vengo; exploro mis polos, descifro mis códigos,
doy trazo a mi paso.

Sueño con dar dirección a mi aliento en el universo;
sigo contemplando la belleza de otras dimensiones
donde soy la niña flor, la tierra negra, el aire volcánico,
el agua marina, el fuego de estrellas.

Allá, soy la voz de la niña que se hunde en las nubes
para alcanzar las palabras vueltas mariposas en ruta al sur,
invasoras de la miseria humana.

Allá, soy hoja seca migrante de la brisa,
una  gaviota atrapada en la tempestad,
un grano de arena cayendo desde una estrella en agonía.

Me reconozco en el dolor de la tortuga sobre la arena.

Destilo violencia.



04 y 05






Caminamos entre surcos y veredas
Por Carlos Freeman
caufree@hotmail.com

Caminamos entre surcos y veredas. Muchas veces tropezamos, pero nunca con la misma piedra. La aventura de lograr un proceso (muchos) de desarrollo regional nace -así debe ser- en el pueblo. Resulta del compromiso que refleja y expresa el campesino que ha dejado de serlo para engrosar las innumerables filas del asalariado mexicano; último eslabón en la cadena de mercado, que interconecta a una pléyade de centros de intercambio y consumo. Esto cuando la suerte acompaña; cuando no, se engrosa entonces el ejército laboral del desempleo. Cuando el buen barbón Marx lo anunció, muchos decidieron no creer: EUA proveerá, pensaban. Lejos estábamos de imaginar que en el seno mismo del sistema de reproducción de capital imperialista, anidaba la semilla de su propio desnivel; se requieren pobres para que existan ricos y aquellos han multiplicado su número, mientras éstos se reducen al mismo tiempo que crecen sus arcas.
Por allá de los 70´s, Raúl Prebish izó la bandera Cepalina; institución que nace de la interpretación honesta del Modelo de Desarrollo Sustentable. Muchos han sido sus logros, pero lamentablemente han sido más sus fracasos. Sus fracasos se explican en el mismo lugar donde nacen nuestros esfuerzos: en el pueblo. Cada pueblo latinoamericano está sujeto a su propia especificidad, dueño de su propia historia y de sus propias contradicciones.             
La avanzada Cepalina se enfrentó, así, al robusto esquema del Estado-Nación, aquel Leviatán panzón que reproduce los mismos paradigmas de viejos gobiernos. El intentar aplicar los mismos modelos que probaron su efectividad en Brasil, Venezuela, Chile y Cuba, no garantiza que en las regiones mexicanas obtenga los mismos resultados. Apuntando más arriba; la consigna Foxista de fomentar la producción agropecuaria es vana; si ésta no se acompaña con la apertura de mercados a nivel local, regional, nacional e internacional.
Nuestro campo es fértil y verde, la tierra es obediente y generosa, nuestras manos son fuertes y hábiles. Sin embargo, acude a la cita el otro gran obstáculo del desarrollo regional: la mentalidad agachada del México Profundo. Aun siendo dueños y artífices de nuestros propios medios de producción, carecemos de las nociones mínimas de organización comunitaria, que nos permitan acceder a otros estadios de gestión y auto gestión. La dependencia hacia el Gobierno y sus programas sociales es tal, que si ésta no existiera, las milpas ya se hubieran secado hace décadas; ocasionando lágrimas de montañas venerables, que antaño rebosaban en sus faldas de huertas y campos de cultivo, terrazas agrícolas y acueductos que permiten el flujo del agua, para dar de beber al verde que nos sustenta.
De nuevo la aventura, pero ya no basta navegar con títulos universitarios en la búsqueda de apoyo: lo que ahora resulta necesario es la necedad. La Sra. Edith, de Marcelino Rodríguez, así lo manifiesta: "Si yo no fuera necia, no habría logrado nada". Y es mucho lo que ha conseguido. Hoy, su destino le depara un viaje, quizá el último, hacia EUA, con la intención de aliviar el vacío que dejó su esposo, a causa de un accidente absurdo. Lejos se llevará su necedad y seguro estoy, que serán los gringos quienes ahora la aprovechen. Mientras tanto, aquí seguiremos caminando entre surcos y veredas, con la bandera de la necedad en el pecho.


Compañeros todos
 Adán Echeverría
Mérida, Yucatán
 Feménite



La pecera
Sofía compró los peces porque vio atrapada su angustia en esos ojos. Detrás del cristal de la pecera, esos globos saltones atrapaban las preguntas que ella acostumbraba hacer al vacío. Sintió la vista acuática recorrer su piel, los párpados caídos, las mejillas tersas, bajar por el cuello hasta entrar por el costillar, golpear el plexo para que la respiración regresara intacta y poder sentirse viva.
La noche anterior a la compra aún tenía las marcas de insomnio en la cara por el terror a sentirse presa de un amor enfermizo que ya no compartía. Tenía razón la soledad: era prisionera y los reclamos de su esposo la iban avejentando. Le llenaban la cara de surcos que, por más cremas que utilizara, le arañaban el rostro, volviéndole una anciana treintañera.
De aquel amor inaugural que la había enfrentado a sus padres, a los compañeros de escuela, no quedaba más que la sombra de aquel “Es mi decisión” que dijo apretando puños con los ojos fijos en un futuro prometedor. Ahora los peces, que una tarde de domingo compró en un tianguis, le muestran su rostro detenido en las burbujas. Gotas de aire del universo acuático suben a la superficie y revientan liberando el grito fantasmal que Sofía siente necesario.
Aquella tarde, que hubo de transcurrir entre gritos y amenazas, fiel a la costumbre de su esposo, Sofía decidió quedarse en el parque del centro de la ciudad para ver corretear las aves tras las migas de arroz, intentar una sonrisa al mirarlas desprender sus plumas mientras levantan un tenue vuelo, huyendo de las manitas de los niños que las alimentan. Esperaba que el hombre con el que vivía se calmara y le hablara al teléfono portátil. Mientras tanto dejaría que el calor la consumiera, ofreciendo el rostro al sol. Era preferible el calor incendiario a ser consumida por la angustia de permanecer en casa.
No importa perderlo todo. Ese hogar que han adornado a su capricho, el auto deportivo, el cuerpo delgadísimo producto del gimnasio por las tardes y las clases de baile en el club social. Los múltiples regalos e incluso el trabajo en las mañanas le sirven para huir del aburrimiento. El hastío se enreda cual nauyaca entre sus piernas, apretando el corazón con las escamas del tedio.
Tampoco importó la amenaza de divorcio. Él estaría con ella siempre. Lo había dicho en la iglesia junto a las promesas mutuas. Incluso lloró al ver realizarse el sueño de tener a la niña que siempre había amado. Vivía para recordárselo. Si a eso pudiera llamarse amor. Sofía quizá ya no lo intentaba, no quería hacerlo; no estaba segura si el sentimiento de salir del hogar paterno fue amor por este hombre o arriesgarse a una vida nueva. Cómo llamar a la relación que los mantenía juntos al borde del estallido que los conducía a los golpes. “No eres mi dueño”, solía gritarle a su esposo después de cada pleito.
Pedro estaba conforme con lo poco que ella le daba. Aquel hombre de cejas cerradas, dientes apretados y pómulos secos sólo necesitaba saber que él la amaba y eso, ni ella ni nadie podría evitarlo: “Te lo doy todo y nunca dejaré que te vayas”, decía la voz por el teléfono. Sofía se seca las lágrimas al regresar a casa, nuevamente doblegada. Intenta permanecer a salvo detrás de esa muralla de recuerdos con que aquel hombre pone candados a sus salidas.
De regreso a casa Sofía anduvo cinco cuadras para llegar al tianguis donde se exponía la venta de animales para mascotas. Miró un conejo. Sostuvo en sus manos a un curie. Se quedó atrapada en el verde plumaje de los loros, y la escandalera de los periquitos australianos le arrancó la risa casi en el olvido. Entre jaulas, ladridos y pelos de gato, escuchó la voz sobre los tímpanos. Su propia voz que había querido mantener encerrada y ahora le hablaba a través de los ojos de los peces dorados, subía con las burbujas de aire estallando como un eco sordo hasta sus tímpanos. Los peces dorados la miraban con sus ojos acuosos, en cuya oscuridad Sofía observó su alma atrapada arañando la superficie. Presa dentro de esos ojos, dentro de la pecera, en su propia casa, en el interior de su cuerpo.
A dónde huir, cómo sostenerse si él siempre se encarga de todo. El trabajo se lo había conseguido un amigo de su esposo. Pedro la llevaba y la iba a buscar sin contratiempos. Ni un minuto más en la oficina después de la jornada.
Con la pecera en el sitio que le ha escogido, cerca de la ventana del jardín, permanece horas, sentada, mirando el ondular de sus dorados cuerpos. En el fondo de los ojos mira el encuentro con su amante. Las escapadas por las tardes cuando su esposo trabaja. Invitarlo a casa y manchar las sábanas del matrimonio. Aquel amor que pronto se hartó de la indecisión y una madrugada se alejó diciendo: lo tienes todo menos aventura, eres una niña aburrida sin intención de rescatar su vida. Y después del No te vayas, recuerda la respuesta: Ya vendrá alguien más.
Tenía razón. Las imágenes se precipitan entre las burbujas: diversos rostros la hacen gritar en el espejo, pintarlo con labial, romperse las uñas para abrir las puertas del hartazgo. Las persecuciones con que sueña, amenazada: te encontraré donde vayas. Su corazón late apresurado. Le duelen las muñecas, moradas por los apretones, el maquillaje cubre los malos tratos, el labio roto, los lentes oscuros, el disfraz de femme fatal que oculta la violencia doméstica en que sobrevive.
Sofía junto a la pecera todo el día, absorta, comiendo yogurt con miel y bebiendo pequeños sorbos de té de jazmín. No piensa más que en la voluntad de sentirse viva, y el sexo no ha sido esa posibilidad. Ha paseado la casa reconstruyendo cada adorno y el momento de adquirirlo, cada historia con esos hombres que horadaron su cuerpo para rescatarla y que sólo consiguieron enterrarla mas en su mutismo, en su miseria.
Empaca sus cosas en un maletín de cuero y regresa junto a la pecera. Mira los peces ir y venir en el encierro del cristal. Su esposo llegará en cualquier momento, con su cara de felicidad por verla sobre la cama, doblegada. Durmiendo o llorosa con el insomnio de siempre. Ya no será así.
Baja de nuevo, corta una fruta y se queda mirando los peces dorados. No quiere huir a escondidas, quiere verlo de frente y decirle adiós. Ha apagado las luces de la casa para no mirar el cadáver de la tristeza que se derrama por la escalera. La puerta pronto dejará caer los cerrojos que anunciarán su llegada. Su partida.
Quita el oxígeno a la pecera y derrama en el agua dos puñados de sal. Espera mientras recorre cada espacio de lo que pudo ser su hogar, pasa los dedos por las paredes, sale al patio, mira las cerradas ventanas de su dormitorio, va hacia la cocina, abre los cajones, la alacena, se detiene frente al refrigerador y lo desconecta. El tiempo camina lentísimo y Sofía busca evitar los espejos de la sala.
Regresa junto a la pecera. Mira como la respiración de los peces empieza a atragantarse. Engulle la pulpa de la fruta. Se queda fija en la mirada de los peces y ve extinguirse la luz de esos discos jugosos donde se petrifican los colores y se abandonan los brillos. Para Sofía el pasado ha muerto con los peces. Pronto la puerta se abrirá.
Allá va. Es él, ha llegado. Gira el picaporte.
Sofía se levanta con decisión. El maletín de cuero en la mano. Su futuro relumbra en el cuchillo que ha quedado entre las cáscaras y el bagazo de la fruta, ahí, sobre la mesa.

06


07




Lo que el diablo me dijo…
Dos tipos de cuidado

-ángel armenta lópez


Generalmente cuando nos hacemos fan de alguna banda o de algún cantautor, seguimos sus pasos hasta el final, sus obras, sus variantes y sus proyectos alternos, a pesar de que las emociones brotan desde el vientre, solemos ser críticos con sus etapas decadentes, así como maravillarnos y ponerles altar a lo que consideramos sus obras más perfectas.
Ahora en lo personal lo que disfruto es ver a mi artista favorito en colaboración con otro artista, que si no es de mi gusto total, sí es del nivel, y con quien haciendo tal mezcla, los resultados suelen ser maravillosos, así que hagamos un recuento de los duetos que han movido la tierra, desde algunos irónicos, como los más raros e inimaginables.
Hace tiempo, en mi búsqueda infinita sobre el jazz, conocí a Sun Ra; un músico (obviamente negro) de los más ácidos, su música siempre fue estrafalaria, así como la forma en la que se movía en los escenarios, su vestimenta africana y sus épicas apariciones en vivo, hacían de Sun Ra una leyenda. Sun Ra decidió invitar a otro locochón a grabar un disco que lleva por nombre “Meets Sun Ra” y hablo del viejo musicólogo John Cage, famoso por su acto de quedarse en total silencio frente a una orquesta y de espaldas a un auditorio, dando la orden de permanecer en total y absoluto silencio. Este disco cuenta con sólo 2 canciones, las cuales rayan en la experimentación, la improvisación y el jazz, una combinación explosiva para esos viajes internos.
Otro de los grandes discos que fueron cocinados a dueto, fueron los de Robert Fripp y Brian Eno, ambos en sus proyectos principales, como es King Crimson, Eno en Roxy Music y de manera individual hicieron cosas de altura. Cuando ambos se juntaron, revolucionaron los métodos de la electrónica, más al estilo Wendy Carlos, utilizando el llamado “sampleo” que son cintas interpoladas para usarse de forma repetitiva y de maneras contagiosamente rítmicas. Los discos fueron: “No Pussyfooting” y “Evening Stars” ambos son la cúspide de sus ideas sin dejar de lado su sello rockero y fuerte de improvisación.
Otra de las agrupaciones que sigo de cerca, es a la banda chicana Psycho Real y ese hip hop tan espeso y mugroso con todo el “mexican style”, tirando barrio siempre grueso, preciso y macizo.
Sus líricas siempre tirando al barrio, contra la tira o en pro de la población latina, la manchadez de los gabachos y los sinfines de retratos que se ven desde la esquina de un barrio. La colaboración llegó con una banda michoacana, de esas que le cantan a las ranflas y al perico, los Razos de Sacramento, famosos por su odio abierto al pasito duranguense, y su canción “quiero ponerme bien pedo” y la canción que grabaron junto lleva por título “la loquera” una mezcla de hip hop rasposo y el método lirico del norte, explosión pura para los barrios bajos.
Otras rolas que vale la pena mencionar son las canciones “CIA” y “Vomit Express” de Bob Dylan y Allen Ginsberg. Roger Eno (hermanito de Brian) y Peter Hammill que lleva por nombre “The appointed hour”, un disco para meditar y estimular el alma.
O aquella banda mítica inglesa llamada “Lord Sutch and Heavy Friends” que reunió a los requintos estrellas ex Yardbirds Jimmy Page y Jeff Beck, el baterista del Zeppelin Bonham, el piano de Nicky Hopkins quien colaboró con los Rolling Stones, y todos estos muchachos para hacer un conjunto rotativo (parecido al del voleibol) donde se deja muy evidenciado la técnica y el estilacho británico. Vale la pena escuchar este intento de maquinaria perfecta que llega a tener momentos de lucidez, pero que quedó como un pretencioso proyecto de rock.
Para cerrar con broche de oro me gustaría explicar un término que al parecer está mal empleado, hablo del término “piratería”; hoy en día le llamamos a todo aquel producto que no cumple con un perfil dentro del mercado formal, tal mercado es tan amplio que nada se escapa a la falsificación o al engaño, sobretodo la música, sin embargo, en los 60  y 70  se forjó ese término por los astutos que metían a los conciertos grabadoras y se fusilaban alguna presentación en vivo, por obvias razones, la calidad del audio eran pésimas, aunque hay algunas cintas que han sido remasterizadas (irónico) y que han salvado ese sonido primitivo de aquella noche y de aquella tocada, por ejemplo, existe un disco pirata de Jimi Hendrix, Jim Morrison y la bruja cósmica Janis Joplin. También un concierto de los Doors por una gira en Estados Unidos, y el concierto que pasó a ser leyenda de Morphine meses antes de que Mark Sadman muriera en Italia.
Así podemos pasar la noche recordando duetos que rompieron los bordes de proyectos establecidos, uniéndose para lanzar semillas que terminaron por sacar tallos que algunos aún siguen tocando el cielo.
Por cierto, ¿ya escucharon a José Alfredo y a Chavela?


08





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