Artetipos # 72.
Desde algún lugar de las barrancas morelenses.
Portada
02
A sabiendas de que en el mundo del arte, septiembre es
por excelencia el mes de la fotografía–a pesar de que Fotoseptiembre como
festival se realiza formalmente cada dos años-, en esta edición número 72 de Artetipos les presentamos una muestra
del trabajo de 8 fotógrafos contemporáneos radicados en Morelos. Asimismo les acercamos
un texto introductorio del fotógrafo y psicólogo Efrén Galván, que lleva por
título “La fotografía como arte visual (un punto de vista)”. Sin más preámbulos
y esperando que sea de su agrado, damos paso al material visual.
03
Observar, un talento
Ricardo Vinós
Es cosa sabida que entre los recursos de composición del
fotógrafo figura un sentido de la oportunidad. En lenguaje sencillo, un buen
fotógrafo es un fotógrafo con suerte. El mejor fotógrafo compone mediante la
suerte, su suerte, que ha de ser consistentemente muy buena en lo que a captar
imágenes se refiere. La suerte no se aprende, pero puede ser buscada. Y
fotografiar tiene que ver con observar, un talento que puede cultivarse: dime
qué miras y te diré quién eres.
Observar algo que sucede es ya labor compositiva del
fotógrafo en trance de captar una imagen de eso que pasa con su cámara.
Observa, invade, registra. Rasga el tiempo. Le saca la foto a la historia de la
gente y las cosas, succiona su alma, y si el fotógrafo ha tenido suerte, el
alma sacada del tiempo se transmuta en una imagen que produce emociones, que
penetra el ojo y se incrusta en el corazón a la velocidad de la luz.
Sabina Berman en su casa. México DF.
Raúl Busteros, en el Panteón Español de México DF.
Ana María Pecanins con un cuadro del pintor Bartolí, en
su galería, México DF.
04 y 05
La Fotografía
como Arte Visual
(un punto de vista)
Efrén Galván
Cuernavaca se conoce prácticamente en todo el mundo
por su (casi siempre) maravilloso e indiscutible clima templado y primaveral. Sin
embargo, actualmente es mucho más que eso (tanto positiva, como negativamente).
Pero Cuernavaca podría ser
reconocida también y más justamente por
su ambiente cultural, por su variada
atmósfera estética. Por su clima… artístico.
Cuernavaca (todos lo sabemos) es cuna y/o refugio de
artistas, tanto nacionales como extranjeros; prácticamente en todas las
disciplinas hay tantos artistas como taxis… o más, afortunadamente.
Dentro de este abanico de disciplinas artísticas, particularmente
las artes visuales ocupan un lugar destacado en Morelos, y dentro de las artes
visuales, la fotografía tiene un lugar
justamente ganado, tanto por el número de fotógrafos, como por la calidad de
los mismos.
La fotografía es hija de la pintura y madre del cine.
Es un invento sorprendente, una herramienta fantástica que por su utilidad y
versatilidad, ha transitado y servido de manera (yo diría imprescindible) en
muchas disciplinas, a lo largo de su muy corta historia. Es una herramienta
fundamental en: La fotografía científica, que tiene como objetivo la realidad. La
fotografía de prensa, que tiene como objetivo la verdad. La fotografía
publicitaria, que tiene como objetivo la venta de un producto. Finalmente la fotografía
de autor o artística, que tiene como objetivo la creación estética (y no con esto
me refiero a lo bello, solamente). Sin embargo, intentar situar a la fotografía
como arte no ha sido fácil. Para esto tendríamos que diferenciar y aceptar que
“La fotografía como técnica, fue un
recurso que primero resolvió diversos problemas prácticos, y que tal vez por su
origen “técnico -pragmático”, tuvimos
tanto problema para aceptarla como capaz de generar arte.
La fotografía de autor o artística mira hacia otro
lado, es un fin y un bien en sí misma. El arte es “inútil” (no utilitario).
Pero, fundamental, en y para la vida del hombre, como individuos, nos expande y sobretodo nos
humaniza. De esta forma, desde este lugar, lo que define lo artístico es la
calidad, la cualidad, la creatividad, la originalidad y/o el aporte plasmado en
su resultado, en su producto ético-estético, y su objetivo está en su más alto
nivel en la creación.
Pero una disciplina y su técnica por sí mismas no
pueden determinar el carácter de artístico o no artístico de un producto, esto
lo da -fundamentalmente- su ejecutante,
aunque también en ocasiones, es verdad… el azar.
Me explico… El arte no puede surgir de la técnica
solamente, ésta es más bien su herramienta, su vehículo, un recurso más que
aprovecha el artista. También es claro, y tenemos que aceptar, que el arte, y
por lo tanto el artista, tienen de principio un problema grave, su definición.
Es muy complejo lograr definir estos dos conceptos (como
cualquiera de las preguntas
fundamentales del hombre: La vida, el amor, la muerte etc.).
El artista, ¿nace artista? No lo sé… Pero lo que sí
podemos al menos plantear, es que el artista se hace a través de sus distintos
quehaceres en el tiempo, y en sus distintos espacios, en ellos se moldea y se
modela su particular y singular historia, a partir de todas sus vivencias, en
su entorno físico en su entorno social, sexual, económico, cultural y
etcéteras. Éstos conforma su personalidad, intelectual, emocional y por
supuesto -y por lo tanto- su ética y desde ésta… su estética. A esto se suman los
estudios formales, las disciplinas aprendidas y técnicas ejercitadas. La técnica
es de esta forma (y en muchas ocasiones) la que facilita, la que permite la
aparición del resultado estético. Sí, pero no es con ni con mucho, su único
origen, ni el principal factor que determina lo estético, o lo artístico. El artista
(sea lo que queramos entender por esto) es el factor base, el motor principal
del milagro de la creatividad, de la creación, indicador y objetivo final del
arte.
La técnica (como ya mencionamos) es una herramienta y
como tal, está al servicio del artesano, del científico o del artista; con ella
se pueden hacer estupideces o maravillas, es
neutral. Y es el ejecutor (en nuestro caso el fotógrafo) quien se sirve
de ella para crear un producto, sea una
maravillosa y creativa imagen, o una imagen mediocre o banal. Dentro de la
técnica, el instrumento base del fotógrafo, como sabemos, es la cámara (con sus
muy diversas características), y puede ser muy importante, sí. Pero el
fotógrafo es lo fundamental, lo esencial
para un resultado, no la cámara (solamente).
Es por esto que un artista visual tendrá que
enriquecerse con muchas vivencias de toda índole, y también convivir con otras
disciplinas, como la poesía, la literatura, la música, el teatro, el cine, etc.,
etc., para conformar -y a través de mucha, mucha chamba- moldear y modelar su
sensibilidad, su esencia estética, que posteriormente, al reunirse con la
técnica -en este caso fotográfica-, poder
lograr así conformarse, configurarse como un artista visual; sin esto será un
técnico visual y esto (es muy importante aclararlo), no es malo, ni menor, es
simplemente distinto, y con otros objetivos generalmente útiles y prácticos (como
ya mencionamos), actualmente indispensables para la vida practica del hombre .
De este modo el artista visual tiene que tener clara su diferencia en cuanto a objetivos
y comprometerse en su compleja y variada formación técnica, sí, pero
también preocuparse de su
enriquecimiento cultural, así como de su compromiso social y humanista.
06
TE MIRO
Irma Zermeño ©
Te miro. Vuelve
la infancia. Esa emoción agridulce de lo circense.
Te miro y los
ojos gritan lo que el maquillaje camufla o crees que logra esconder.
Ese blanco,
empastado, te frunce; ese sombrero lleno de sirenas y conejos, tan de mago en
el que pareces llevarlo todo como una petaca de tu vida entera, en el que cargas
héroes, ardillas; sombrero que aspira a escalera al cielo, a ruta de los sueños.
Tus ojos
gritan, no puedo evitarlo; a mí, eso siento, que gritan para mí de una manera que
vivo como exclusiva. Tu mirada me pesca.
Parecen
sostener mi atención las arrugas, los surcos de los años, lo torcido que asoma
en tu dolor, lo ajeno y lejano que te encuentro, un coctel entre lo absurdo y
lo ridículo, a ratos.
El lugar tan
común del payaso triste, la imagen tan manida del payaso y la lágrima que le
escurre, que le corre el maquillaje, más que eso, el acento en la emoción
desgastada.
Tu gracia, me
digo, radicará en los días que no has de untarte la piel a contracorriente;
estará en los gestos de tu piel sin disfraz; en las noches que te tiras,
cerveza mediante, sin esperar que tu colorida cara haga reír a alguien o haga
llorar a otro alguien. O a nadie, ni tu risa forzada ni tu, tan estudiada, espontánea
bribonería.
Quizá ahí
está tu gracia, cuando no apelas al escondite, cuando tu lucha es la de los hombres
que pagan renta y besan al hijo antes de dormir y el niño no tiene que aplaudir
ni darte unas monedas.
Cuando dejas
el sombrero y muestras las canas; los años que adoloran en la suma, cuando
sueltas el peso de los huesos cansados, de los chistes gastados, cuando la mano
puede olvidarse de agraciar con ademanes; cuando te permites ser ese que se
lava la cara y a quien no acompañan ni la gracia ni la chispa, y que sabe, aun,
que no lo consigue por mucho que repita el intento, que no, que lo sabes, que
dueles más de lo que quieres aceptar. Que no, que ser payaso no tiene tanto
chiste, que no es chiste vivirte así y que es ahí, ahí mismo, donde está tu
herida, donde mana ese espectáculo que hiciste propio, ése, que te inventas.
Y que dejes
ese rojo labial. Y que dejes de resanarte la fachada y, que tus cejas sean sólo
unas cejas y en ese sombrero dejes los daños. Y te olvides de perseguir
conejos.
07
El
río de tu gracia
Irma Zermeño ©
El hambre y la coquetería, de la mano. El
exceso de adorno y la frescura de la juventud, abrazados. Contrasta tu
transparencia con tu pintartetanto, con la gracia que te inventas y, es
curioso, que ni falta te hace, que aun, bajo del disfraz, asoma tu frescura, tu
aroma a nuevo, tu abrirdeojos, el rabillo de asombro que la niña no dejó de
lado, el milagro de ver en ti que crecer no lo echó fuera, que tu niñez, aunque
pretendas tanto, huele a reciente, que tu imagen travesuraytrabajo, tu urgencia
y tu aquémededico, y tu miraquécoquetasoy
y tu miraesmichamba y que no, que no, que no has soltado a la niña o
mejor: que la niña no supo soltarte.
Y ahí, bajo el overol, tu chispa; el río
de tu gracia que corre y tus ojos que bailan. Y no necesitan la máscara de
pestañas ni ninguna otra, sólo tu risa toda. Cuánta dignidad hay en tu intento,
cuánto arcoiris en tu brillo, cuánto sol, cuánta primavera y color a nuevo.
08
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