miércoles, 18 de julio de 2012

Artetipos #67.


PORTADA


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Adagio contra mi país

Adán Santamaría Ochoa

… dice mi padre que un solo traidor puede con mil valientes;
él siente que el pueblo, en su inmenso dolor
hoy se niega a beber en la fuente clara del honor.
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Alfredo Zitarrosa, Adagio a mi país.

El sabor de desconsuelo y la certeza de que en México no puede ocurrir nada limpio en política, quedan al ver en perspectiva el periodo de las campañas electorales y de las elecciones para designar a diversos funcionarios públicos, ocurrido en julio de 2012. La pobreza de las propuestas hechas por candidatos que -el que más, el que menos- son o ignorantes, o delincuentes sociales o miembros de cárteles políticos coludidos con lo peor que tiene el país: su clase política. Me da asco y vergüenza ser mexicano. Tengo la certeza de que lo que queda del país es un proyecto de suicidio colectivo muy exitoso. Tengo miedo de salir a la calle, de encontrarme con el vecino que anda armado o con los jovencitos que me pusieron una pistola en la sien para sacarme casi nada de la bolsa en la puerta de mi casa. No he hecho nada para que esto ocurra, mi vida ha transcurrido en la cultura, el fomento a la lectura, la difusión de las ideas, de la libertad intelectual, de la inteligencia. Los panistas de El Yunque me han despedido de mi trabajo ¡por no declararme creyente de Cristo crucificado! Veo el país que habito y no es en el que yo nací. Las cosas están de plano descompuestas y lo único que habita en mi ser son las ganas de huir a algún lugar a donde no conozcan el nombre de México.

Lo ocurrido en las elecciones de 2012 lo único que ha logrado en mí son las ganas de no hacer nada más por México ni en México y no me he ido porque no tengo dinero para hacerlo. La noticia de que el ganador de la presidencia de la República es un personaje de telenovela que nos hará padecer un régimen de neofascismo en versión charra, me asusta, me desanima, me aterra. El cártel priista que dice que ganó las elecciones, pero que hizo trampa, nos amenaza con una pax draconiana o porfirista: el que se mueva no sale en la foto y se va a la cárcel, como en Atenco, previa violación con tolete. López Obrador, con todo y el tufo de zurda -porque en México falta mucho para que haya izquierda- que lo acompaña, no era el proyecto de Estados Unidos ni de sus aliados. La etapa superior del imperialismo, que eufemísticamente llaman mercado, ha decidido que el pueblo no existe, que no debe contar ni participar en la elección de sus servidores, que no autoridades.

México está en un momento muy delicado, porque no cuenta con los elementos para hacer un cambio que signifique el bienestar de la mayoría. Lenin, aunque a muchos no les guste, dijo una gran verdad: la masa está desarticulada, desinformada, debilitada, ignorante, desorganizada. Su estado no es capaz de sustentar ningún cambio permanente y consistente hacia un mejor país. De hecho, esto no es un país, sino una parcela de más de 2 mil kilómetros cuadrados, encomendados a un cártel que usufructuará los beneficios de sus recursos, humanos, materiales y financieros. El epiléptico de Simbirsk dijo que para que la masa se convierta en pueblo había que hacer un trabajo de educación, para que el pueblo esté articulado, informado, fortalecido, sepa qué hacer con su destino y sepa organizarse para lograrlo. Este trabajo de educación estaría a cargo del Partido Comunista Soviético. Lamentablemente este órgano educativo se volvió un Estado represor, absolutista, corrupto, enorme e ineficiente. Pero la tesis de Lenin es brillante: convertir la masa en pueblo. No suena mal. Gabriel Zaid, el hombre de quien Octavio Paz dijo que era la persona más inteligente que había conocido, dijo que México no necesita otro gobierno: necesita otro pueblo. Y para que esto ocurra, lamentablemente creo que deben pasar cosas punto menos que atroces, descarnadas. Algo así como un baño de sangre, una catástrofe que abarque a la nación entera para que recapacite. Europa recién se está integrando más o menos pacíficamente después de un sinnúmero de conflictos armados locales y tres continentales que pusieron en riesgo la integridad hasta física de los países de este continente.

La vocación de masoquistas de los mexicanos es notable, es detestable. Odio a los pobres. ¡Pobres pobres! Han cambiado una tarjeta de Soriana por una oportunidad de desarrollo. El proteccionismo del asistencialismo le ha ganado a la promesa del desarrollo, de la posibilidad de tener organización y trabajo. La huella de Martha Sahagún y de los panistas ha hecho mella en la masa. Odio su mezquindad, su cortedad de miras, su debilidad. Son la masa sin cantera. Son la vergüenza de la desorganización, del miedo colectivo, son los padres/madres de los lidercillos, de los padrotes de los grupos sociales, de los que los desprecian y, sin embargo, los utilizan y les son indispensables para lograr sus cochinadas. ¡Qué vergüenza de gente tenemos! ¡Qué indignante ver a estas masas de imbéciles ante la gloria que tuvimos en las magníficas culturas de los olmecas, de Teotihuacan, de Tenochtitlan, de Cacaxtla, de Tula! Nuestro pasado prehispánico nos habla cada vez más fehacientemente de grandes culturas organizadas sabiamente. Sin pretender que fueron supermanes con plumas ni participar del esoterismo barato de los mexicayotes de la mexicanidad, estos ancestros nuestros comportaron un desarrollo sorprendente. Teotihuacan era tan compleja, guardando las proporciones, como Nueva York, ¡una ciudad pluricultural y pluriétnica que sostenía relaciones con gente de Alaska y de Tierra de Fuego y que trazó línea política, religiosa, militar y comercial por más de 900 años en Mesoamérica completa! Supieron armar un mosaico político ordenado y digno. No desprovistos de abusos y de los subproductos de las guerras, el saldo entre ellos fue mucho más positivo que negativo. ¿Cómo se perdió? ¿Qué ocurrió para que hoy tengamos estas masas de holgazanes, ignorantes, imbéciles, manipulables, prescindibles? Son como los describe Eduardo Galeano en Los nadies:

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

(El libro de los abrazos, Siglo XXI Editores, México 1991, pág. 59.).

Hace unos años yo pensaba que Carlos Fuentes había exagerado, como a veces muchos escritores lo hacen, abusando del lenguaje y acentuando una realidad quizá perceptible para seres hipersensibles como él. Hoy pienso que se ha quedado corto en este trozo de postal que nos ofrece hace no mucho tiempo:

Las heridas de México se asoman por todas partes. Unas son muy antiguas y parecen haber cicatrizado. Otras, a pesar de su antigüedad, aún no se cierran. Las más recientes se confunden con las más viejas. Las más dolorosas son las que laten bajo la piel del país, a punto de brotar y mezclar su sangre con la de las demás; México es una sola, larga herida, un muro tatuado de metralla, un nopal cortado a navajazos, un altar de lágrimas doradas.

(Les carnets mexicains d´Henri Cartier-Bresson 1934 - 1964. Escrito en 1995)


Hoy pienso que México es como los alcohólicos: nunca hará nada en su propio beneficio hasta no tocar fondo. No quiero ser pájaro de mal agüero, pero si se revisa la historia, México se parece mucho a pueblos que no aprendieron la lección de la pacificación y del acuerdo social y político hasta no padecer dictaduras como las de la Cortina de Hierro o la de España, por ejemplo. Que Dios los bendiga. Yo me voy a la primera que pueda…


… en mi país somos duros
el futuro lo dirá.

Alfredo Zitarrosa, Adagio a mi país.




04 y 05



Editar a Malcolm Lowry

Son varias las razones por las que un libro como el Archivo Lowry, de Raúl Ortiz y Ortiz (Instituto de Cultura de Morelos, 2011) trasciende las circunstancias temporales de su publicación. El motivo principal es que este libro representa un nuevo acceso a la obra del autor de Bajo el volcán que sirve para dar otra lectura a ciertos aspectos de esta novela tan importante para México.

Malcolm Lowry (1909-1955) es el tipo de novelista que logra dar en sus libros una experiencia de lectura orgánica en estrecha relación con su experiencia vital, lo que lo ha  mantenido vivo en el interés de sus lectores no sólo por su calidad literaria, sino también porque parece mostrar siempre un ángulo nuevo desde dónde observarlo a él y a su obra. En este sentido, “Bajo el volcán”,  el cuento que Lowry escribiera en 1936, en su primera visita a México, es un punto de quiebre a partir del cual cambiará toda su obra narrativa. Escrito a partir de una experiencia personal, la narración puede verse como el testimonio de un hombre muerto a la orilla de la carretera, circunstancia que será el germen de una cantidad de rasgos que más adelante Lowry desarrollaría a plenitud en su gran novela y en obras posteriores como Oscuro como la tumba donde yace mi amigoLa mordida, al igual que en muchos poemas de tema mexicano. Se trata del famoso capítulo VIII, del que el mismo Lowry había dicho a su editor Johnathan Cape en 1946: “…pienso que se trata de uno de los mejores capítulos; a pesar de que requiere una lectura cuidadosa, el lector quedará recompensado. El hombre que muere en el camino junto al caballo herrado con el número 7, es, por supuesto, el individuo que habíamos visto sentado en la pulquería en el IV, que ha aparecido cantando en el VII cuando el Cónsul se identifica con él. Es evidentemente la humanidad entera que agoniza…”
En 2006 el Instituto de Cultura de Morelos publicó en un pequeño volumen el cuento “Bajo el volcán”, traducido por Raúl Ortiz y Ortiz, quien es también el traductor de la novela, con un ensayo del novelista mexicano Juan García Ponce. Ambos textos habían sido publicados por primera vez en el número monográfico que organizó Jaime García Terrés en la Revista de la Universidad, como un homenaje al escritor inglés en noviembre de 1964 para celebrar la traducción de Bajo el volcán, publicada por la editorial ERA. A partir de la edición del cuento en 2006, en el estado de Morelos y en particular en el Fondo Editorial del ICM, ha habido un renovado interés por publicar nuevos materiales de la obra de Malcolm Lowry y dar a conocer facetas poco conocidas de su obra y su persona.

La elaboración de un libro como el Archivo Lowry  implicó diversos  trabajos y la participación de varias personas. A partir de una idea que se fue modificando a medida que se elaboraba el libro, al tiempo que iban apareciendo nuevos materiales en los archivos del maestro Raúl Ortiz y Ortiz, el resultado acabó siendo muy distinto de la propuesta inicial. Como participante en la elaboración de este libro, además de haber tenido un peculiar acercamiento a la obra de Lowry debido a las circunstancias de edición, pude darme cuenta del enorme trabajo que hubo que realizar para llevar a cabo un libro como éste, en el que todo un grupo de gente participó en la consecución de una cantidad de aspectos convergentes.

En primer lugar, cabe mencionar el trabajo que el poeta Alfonso D’Aquino realizó en la coordinación de los distintos aspectos que estuvieron en juego para la consecución del libro: desde el impulso inicial para llevar a cabo esta edición, la asesoría en cada uno de los trabajos técnicos, hasta la realización del diseño editorial, en el que cobra relevancia lo que podríamos llamar el montaje de los distintos materiales que componen el libro. Por su parte, Ángel Cuevas, coordinador editorial del Instituto de Cultura de Morelos, y quien ha estado encargado de organizar y clasificar los distintos materiales que componen el archivo del maestro Ortiz y Ortiz, hizo de ellos una selección de los más atractivos para armar, escribió las notas a la correspondencia entre Margerie Lowry y Ortiz y Ortiz y elaboró la bibliografía y la cronología de Malcolm Lowry. También contribuyeron de distinta manera las siguientes personas: Francis Marmandre y Carlos Miranda, en las entrevistas hechas a Raúl Ortiz y Ortiz;  Bob Schaljkwijk, con las fotografías de distintos sitios de Cuernavaca; Óscar Menéndez, con los fotogramas de su documental Malcolm Lowry en México (1987). En la parte técnica se contó con la colaboración de Julia Jayme en la digitalización de manuscritos y con la de Elvia Campuzano en el retoque de las imágenes. Asimismo, cabe señalar que la traducción de la correspondencia entre Raúl Ortiz y Ortiz y Margerie Lowry fue realizada por Ezequiel Ramos Aparicio. En cuanto a mi participación, además de encargarme de los aspectos técnicos de formación y cotejo de los materiales, trabajé como asistente de D’Aquino en las distintas etapas del proceso editorial, entre las que destacan la selección y la organización de los textos y los materiales gráficos a fin de diseñar con todos ellos el libro tal y como quedó.

Cabe señalar que el Archivo Lowry, publicado dentro de la serie La Sombra del Viajero, participa de las características que dicha colección impulsa desde hace más de tres años al publicar obras poco conocidas de escritores mexicanos y extranjeros que han vivido en el estado de Morelos,  presentando junto con ellas, textos indirectos y materiales gráficos que de otra manera seguirían permaneciendo ignorados y volviendo  a poner en circulación a sus autores en el panorama editorial actual. Así, los títulos que la componen van abasteciendo una llamativa y acertada serie de libros sobre tema mexicano: Homero en Cuernavaca, de Alfonso Reyes, Gethsemani Ky, de Ernesto Cardenal, Pueblo rechazado, de Vicente Leñero, Un drama en México, de Julio Verne y Fascinación por México, de Gutierre Tibón, así como la primera edición de El Zarco, de Ignacio Manuel Altamirano en Morelos. De esta forma, Archivo Lowry integra casi todos los registros que un lector contemporáneo requiere para enriquecer su experiencia de lectura: evidencia documental de la labor de traducción al español; herramientas bibliográficas para acercarse a su lectura; entrevistas; una nutrida sección iconográfica e incluso, debido al montaje de los materiales, una trama novelística latente.

Además del deleite que implica la lectura y el acceso a ciertos documentos y materiales de la célebre biblioteca del traductor de Bajo el volcán, el Archivo Lowry abre algunos grados más el ángulo de perspectiva con que se lee la obra del escritor inglés en nuestro país. Este impulso editorial va rindiendo frutos al marcar una pauta que ha derivado tanto en la reanudación de la entrega del premio de ensayo “Malcolm Lowry”  (interrumpido desde 2006), como en la publicación de distintos libros, como es el caso de Cuauhnáhuac: el bosque de símbolos (ICM, 2009), de Francisco Rebolledo y la publicación de México y otros infiernos (ICM, 2011) integrado por poemas de Lowry de tema mexicano en una edición bilingüe traducida por el novelista Juan Tovar. A los libros publicados se suman diversos proyectos en proceso que prometen seguir sorprendiendo a sus lectores con materiales desconocidos del escritor inglés durante sus distintas estancias en México, tanto en Morelos como en Oaxaca.

 El logro de los editores ha consistido en haber hecho que los materiales no sólo tomaran la forma de libro sino que además fuera un volumen que se puede leer como un archivo real dentro de una dinámica de documental cinematográfico, que ofrece tanto nuevos acercamientos a aspectos ignorados de Lowry y su obra, así como momentos enigmáticos que invitan a su relectura, haciendo eco de recursos novelísticos que enlazan de manera inusitada los materiales. En este sentido, el Archivo Lowry es fiel al trabajo creativo y editorial que el escritor inglés dedicaría a su principal novela, quien decía a su editor Johnathan Cape que  Bajo el volcán lo había “diseñado, contradiseñado y soldado de tal modo que puede leerse un indefinido número de veces, sin agotar todos sus sentidos, su drama o su poesía…”.


Marco Antonio Cuevas

 Archivo Lowry
Raúl Ortiz y Ortiz
Instituto de Cultura de Morelos, 2011
p.p.288



Lo que el diablo me dijo…
Osvaldo Bayer, Antorcha y la Expropiación Anarquista


-ángel armenta lópez

Osvaldo Bayer es uno de los periodistas más importantes, pero no por ello aceptado en la Argentina, es uno de los anarquistas más constantes en América Latina; estudiado en Alemania, regresa a su país para dirigir algunos periódicos como “El Clarín” y “La Chispa”, fue quien autodenominó el primer periódico independiente de la Argentina y la revista “Todo es historia”. La cúspide de su carrera e ideología se vio reflejada en esta misma revista donde publicó las primeras investigaciones de la matanza de obreros en  su país natal, investigación que más tarde se convertiría en el eje de su primer libro “La Patagonia Rebelde” y tiempo después, una de sus obras más importantes para los anarquistas “Los Anarquistas Expropiadores”, una obra que registra los sucesos ocurridos en Argentina, Uruguay, Cuba y México, con respecto a la violencia y el intento de revindicar la anarquía en el sur del continente. Osvaldo Bayer cuenta con un sinfín de libros, artículos y guiones para cine, por ejemplo “La Amiga” y “Amor de América” en 1989, en el 91,      “El Vindicador” en una coproducción Alemania-Argentina, y regresando a las letras, en 1998 se reedita en editorial Planeta, el libro “Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia” donde se plantea el uso de la violencia en contra del Estado.

Y aquí, la segunda parte importante de este texto, la banda de rock mexicana Antorcha, quien en el año de 1976 deciden separarse, no sin antes hacer un disco de rareza para los temas de aquel tiempo, es verdad que bandas como Pace and Love o Love Army, ya hacían rolas de protesta y mensaje subversivo, pero ninguna como tal había empleado un disco completo a la ideología anarquista. Así  Agustín Cortés, Gonzalo Lara, Chantal López y Omar Cortés junto con Víctor Motta y Alberto Salcedo, en un periodo de 5 meses aproximadamente, lograron copilar diálogos de la película “La Patagonia Rebelde”, que proporcionó Ricardo Mestre, fragmentos de la canción “Hijos del Pueblo”  así como la canción “Amarrados a la Cadena”, canción que compusieron anarquistas presos en Montjuich Barcelona y que gracias a Bayer el material fue utilizado de un modo más accesible a los jóvenes, y a todos aquellos a quienes les caía el disco en las manos.

Esta disco titulado “Anarquismo”  recopila desde canciones de rock, milongas, tangos y breves explicaciones de cómo nació y se propagó el movimiento anarquista, una obra realmente tentativa y sugestiva para estos tiempos y los que vienen, los anarquistas son a los que más ha temido el Estado, y es que ya no se trata de cómo luchar o cómo no luchar, sino de como VIVIR, buscar a toda costa la conciencia y la humanización de nuestra vida, ante la deplorable situación del Estado. La música, la palabra, la reflexión y el acto serán las mejores armas contra el orden establecido, definidamente, en estos tiempos tan oscuros para nuestro país, debemos cerrar el puño y preguntarnos, ¿Qué hacer con aquellos que nos quieren destruir?


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Estado laico en México

Entrevista con fray Julián Cruzalta
Ricardo Venegas

Teólogo y especialista mexicano en temas de fe, política y Estado laico, fray Julián Cruzalta es profesor de moral social y moral sexual. Participó recientemente como experto en Estado laico en la Asamblea constituyente de Bolivia y en la de Ecuador.

Comentabas que el Estado laico tiene nociones más amplias…

Empiezo por decir qué no es el Estado laico, se dice que es un Estado sin valores, sin ética, lo cual no es cierto. Sí tiene valores, lo que no tiene es una moral religiosa, que es diferente. Es una ética de mínimos, y estos mínimos valores son un conjunto que forman el patrimonio común de una sociedad, independientemente de su religión, por eso la República se construye con una ética pública que va más allá de las morales religiosas, no va contra ninguna moral religiosa, pero el Estado laico no se basa en ninguna moral religiosa sino en una ética pública. Es un Estado de valores y son los de la democracia, de respeto al mundo plural diverso: pluralidad religiosa, sexual, étnica, cultural… Sus valores son cada uno de los derechos humanos y todos los derechos humanos en sí. Sí tiene valores y ética.

Se ha dicho que es un estado anárquico, ultra libertino…

Eso no tiene sustento, ya que permite el máximo desarrollo de las personas y de los grupos porque sujeta al marco de la ley a todas las personas y a todos los grupos, recordemos que el Estado es una abstracción jurídica, por lo tanto, no puede tener creencias, son las personas las que tienen creencias, tampoco va a misa, van las personas, el Estado laico respeta la libertad religiosa y la libertad de conciencia. No es un estado antirreligioso. Las iglesias tienen derecho a participar proponiendo leyes, pueden opinar pero no pueden imponer su visión, por lo tanto, el Estado no puede apoyarse en las iglesias.

Se dice que es relativista, sin valores absolutos, sin ninguna verdad fundamental…

Acordémonos que este es un problema epistemológico, las verdades se construyen, se analizan, se interpretan, se observan dependiendo de la situación, de la edad de la persona, de la edad del conocimiento fechado y sexuado, no hay una verdad absoluta y plena. El Estado trata de respetar todas estas interpretaciones de la verdad, por eso las democracias son regímenes deliberativos donde se respetan todos y cada uno de los derechos humanos, ahí está precisamente el asunto de la libertad de pensamiento, de expresión, de la libertad de asociación, son valores democráticos, por eso es el que promueve el ejercicio de las libertades, lo afecta, es un proceso y es diferente a  la secularización, este es un asunto de las personas en una sociedad, el Estado laico es una institución del estado. Para ser democrático, tiene que ser laico, sino, no es democrático. Entonces sí hay una separación orgánica de funciones y autonomía administrativa entre las iglesias y el estado. El Estado laico tiene neutralidad e imparcialidad ante los contenidos religiosos, no opina en asuntos religiosos.

Sin embargo se le ha visto con una óptica católica, se le ha canonizado…

México en América Latina es uno de los países con más tradición. Esto no significa que sea un valor absoluto, no somos un estado religioso, pero en los últimos años nos hemos comportado -no de derecho-,  pero sí de hecho, como un estado religioso, en el cual las diferentes iglesias tratan de que sus verdades religiosas, los contenidos de su religión, sus dogmas, pasen a las leyes; un estado sin dogmas no lo puede permitir porque la moral de quién se va a volver la moral del Estado, se agrede a otras morales, porque en el terreno de la moral hay muchas morales y la ley es una para todos; un Estado que basa sus leyes en la moral agrede otras morales, a veces se nos dice en México que se va a privilegiar la moral de la mayoría, el problema es que el Estado está para garantizar los derechos humanos a mayorías y minorías, está obligado a garantizarlos a todos. Se violaría esto cuando la moral de las mayorías se vuelve la moral del Estado. Está muy clara en el Estado mexicano la separación de funciones, las iglesias pueden opinar y participar en procesos electorales, pero no pueden imponer ni pedir nada a los votantes, lo que no existe es el voto católico.

Asistimos a una gran campaña del feudo religioso, para muestra tenemos la visita de Benedicto XVI a México, que Carlos Fazio ha llamado “la guanajuatización de México” en su libro más reciente…

A los organismos del estado les toca garantizar el Estado laico, el COFIPE es muy claro en los asuntos de delitos electorales, a la Secretaría de Gobernación le concierne garantizar esto, pero en los casos en los que ha habido violación en asuntos electorales ha permanecido en silencio o han sido insignificantes las multas, es muy parcial porque se le olvida que estamos en un Estado laico y funciona como institución de Estado Católico Romano. Se tiene que tener mucho cuidado en la participación activa de las iglesias, pero sin violar la ley.

Ha perdido credibilidad la Iglesia por sus intervenciones contra el Estado laico…
Hay una serie de problemas que traen un grave desprestigio a la imagen pública de la Iglesia católica romana. Hay una relación entre el desprestigio de esta iglesia y los derechos humanos:  Hoy la gente no quiere caridad sino respeto a sus derechos, una institución que se proclama maestra en la defensa de la dignidad humana está siendo golpeada porque resulta que es incoherente, hay una incongruencia entre lo que dice y lo que hace, por desgracia son muchas iglesias las que la acompañan en esta incongruencia del bien común, de la búsqueda de la verdad, hay intereses de parte de todas las iglesias y el Estado debe ser el garante en esta separación entre la Iglesia y el Estado, porque aún en esto hay diversidad.



 07




Inauguran “La Aventura” de
Leonel Maciel en el Borda

El pasado viernes 13 del mes en curso, en las salas José María Velasco y Rufino Tamayo del Centro Cultural Jardín Borda, se dieron cita decenas de espectadores -entre los que se encontraban familiares, amigos y miembros de la comunidad artística-, para acompañar al pintor guerrerense Leonel Maciel en lo que fuera la inauguración de “La Aventura”, muestra de su obra pictórica que estará abierta al publico hasta el domingo 19 de agosto.


Maciel

Leonel Maciel nació el 21 de marzo de 1939, en el municipio de Petatlán, Guerrero. Estudió en la Escuela de Pintura, Escultura y Escultura “La Esmeralda”, del Instituto Nacional de Bellas Artes, en México, D.F.
Es un dedicado lector e investiga los temas que se propone manejar, sean históricos, mitológicos o de otra índole. Aunque siempre hay lugar para la fantasía y los aportes de la naturaleza, como ocurre en esta serie barroca hasta el delirio, delirante hasta la ternura. La pintura de Leonel Maciel es puro gusto. Este antropólogo de las comidas atesora las especias recetas y saberes sin tener que viajar hacia las Indias, si no llegando directamente desde el corazón de América. En sus trabajos, la luminosidad es clave. Orgullo indígena ancestral habita en la personalidad de Leonel y se revela como estructura de sus obras.

Ha expuesto su obra en diversos países: Islandia, Estados Unidos, Francia, Japón, Portugal, Venezuela, Brasil y Guatemala. Así como en diferentes estados de México: Guadalajara, Morelos, Michoacán, Aguascalientes, Ciudad de México, por mencionar algunos.

Actualmente Leonel Maciel vive en Morelos, donde asegura haber encontrado un espacio tranquilo que le permite inspirarse en sus creaciones.


Leonel Maciel
Dionisio Morales

La obra pictórica de Leonel Maciel, después de más de cincuenta años de labor, y de haber viajado por varias partes del mundo, recorre algunos registros temáticos que nos hablan de su visión interior nacida en la mirada natural de sus ancestros; también nos hace partícipe, con formas, coloridos y resoluciones modernas y extraordinarias, de un universo vasto, atrapado en la contemporaneidad de sus propuestas con técnicas –pintura, dibujo, grabado, sobre todo- de siempre, pero con un aliento libertario y novedoso.

Desde sus inicios, los temas de su obra son variados, es cierto, pero nunca pierde, abandona, o deja de lado su reciedumbre pictórica basada en un dibujo íntegro y solidario y en un deslumbrante conocimiento de los colores. Los colores de Leonel Maciel –no importa que sean oscuros-, desde siempre, nos hablan de una luminosidad esplendorosa, como un canto a la vida, un tributo a la naturaleza. Dentro de este panorama, ha sabido manejar con maestría el arte figurativo y el arte abstracto, dos puntos que  algunos consideran irreconciliables en un mismo pincel.

El viaje por la exposición de la obra de Leonel Maciel nos sumerge en un mundo diversificado por sus temas, en donde encontramos manejadas con maestría, gracia y sapiencia, las técnicas más cercanas a su expresión: el íleo, la acuarela, el collage, el grabado, la serigrafía, el dibujo, entre otras. Dentro de  estas propuestas pictóricas sobresalen su pasión por el eterno femenino; el paisaje de la naturaleza que se funde con el paisaje humano y del corazón; la sensualidad, el erotismo, la cachondería, y la pornografía –que no son la misma cosa-, y que van, con un sentido nuevo, de la célebre dibujística japonesa al Kama-sutra indio. En casi toda esta obra acompaña a los cuadros de Maciel su corrosivo y divertido sentido del humor, que trastoca todo lo que toca, todo lo que ve, todo lo que imagina.

Leonel Maciel inicia su obra pictórica cuando estaba en su apogeo, con varios años de retraso en México, el abstracto, allá por los años sesenta. En las pinturas abstractas que en esta ocasión nos presenta el artista, nacido guerrerense pero con un relevante sentido universal, estamos ante una obra deslumbrante, moderna, visionaria, geométrica en sus profundidades, que con el conocido dominio de su paleta y de un talento expresivo que lo sitúan en un primer plano en la pintura contemporánea de México, hurga el no siempre conquistado mundo de la poesía.  


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