Desde algún lugar de las barrancas de Cuernavaca, Mor. México.
¡VIVA EL SANTO SEÑOR ZAPATA!
Víctor Gochez
Editorial
Fotoseptiembre
Fotoseptiembre es un festival que se realiza
con la finalidad de promover la fotografía en todo el país, así como la
conexión del movimiento fotográfico de México con el exterior.
Es más que un festival tradicional que se realiza en un solo lugar y con una
programación definida por un solo centro; es un festival que convoca a todo el
país a festejar este arte durante todo el mes de septiembre.
A
partir de 1993, uno de los referentes más importantes de la fotografía en
México este festival, que cumple en este año su décima edición, continuando un
modelo cuya permanencia y viabilidad se basan en la colaboración entre la
comunidad de fotógrafos y artistas, la sociedad e instituciones culturales
tanto nacionales como internacionales, mismas que han colaborado y sumado
esfuerzos desde su primera edición para realizar de manera bienal el mayor
festejo de la fotografía en América Latina. En el seminario cultural Artetipos tendremos
la próxima quincena, un número especial de fotógrafos radicados en el estado de
Morelos.
PORTADA
02
COLUMPIO
La diversión del
conocimiento científico,
en un ir y devenir de ideas.
Por Oscar Rodríguez
*"El Genio humanista,
Leonardo Da Vinci".
*"He ofendido a dios
y a la humanidad; porque mi trabajo, no tuvo la calidad que debió haber
tenido".
*"Reprende al amigo
en secreto y alábalo en público".
Elegantes y maravillosas
frases que nos dejó el buen Leonardo Da Vinci, y a petición de algunos amables
lectores y seguidores de mi aguardentosa voz, me pidieron que escribiera sobre
este personaje, como resumen de un programa en Radio UAEM, titulado
"Despertar con-ciencia" que conduce mi amiga Susana Ballesteros.
Mucho se conoce del genio
y artista; sin embargo, esta vez quiero relatarles algo que pocas veces se
menciona de él y que es justamente su Humanismo (en su caso, con "H",
mayúscula).
Cerca del Palacio de Vinci
(próximo a Florencia), hijo de Catrina y Pietro de Antonio nació ese "bastardo"
llamado Leonardo, -que estoy seguro más
de uno, lo hubiera querido tener como hijo legítimo- el 15 de Abril de 1452. Su
primer dibujo se trató de un dragón, que escupía fuego y que le pidió un
campesino. El padre lo vendió a Milano Cola, por mucho mejor precio y a nuestro
amigo que lo solicitó, simplemente el padre de Leonardo le dibujo el clásico corazón
con la flecha cruzándolo, el niño Leonardo rondaba los ocho años… tiempo
después fue alumno del maestro Verocchio (teniendo como compañeros a Sandro Botticelli
y Perugino, entre otros), a los 20 años pinto a "Sta. María de la
Nieve", luego estuvo con Ludovico Sforza donde pintó "La adoración de
los magos” - que no terminó, como muchas de sus obras- y "La Virgen de las
rocas"; trabajó como ingeniero y urbanista cuando fundó su academia;
después trabajó como arquitecto e ingeniero militar… de esa etapa son "La
virgen y el niño con Sta. Ana" y "San Juan Bautista", luego
estuvo al servicio de César Borgia - etapa donde tuvo excelentes reflexiones
con Maquiavelo- pintó "La Batalla de Anghiari"; posteriormente de
1503 a 1506 y luego de 1510 a 1515, trabajó en su famosísimo cuadro titulado
"La Gioconda", murió de 69 años, el 2 de Mayo de 1519.
La información que aquí
comparto, viene de mi pasión por conocer a este "Genio" y de 8
biografías distintas; expongo aquellos datos donde coinciden todas; se dice que
al menos profesó 13 profesiones (anatomista, arquitecto, artista, botánico,
científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y
urbanista), han pasado a nuestra cultura obras como "La Última Cena",
"La Gioconda", el famoso "Hombre de Vitruvio" - donde
manifiesta las proporciones anatómicas, el carro de combate, el helicóptero, el
submarino y hasta el automóvil-. Un joven que lo acompañó muchos años, a quien
le denominaban "Salai" que significaba el demonio, jovencito muy
travieso, un poco gustoso de sustraer lo que no le pertenecía, pero que siguió
a su maestro con devoción, prueba de la belleza de cara, quedó plasmado en el
cuadro de "San Juan Bautista"… Leonardo fue acusado de sodomía,
aunque nunca fue demostrado (mucho se ha escrito al respecto, pero francamente
no me parece que sea relevante, si era o no homosexual).
Sus escritos ocupan cerca
de 20 000 páginas, de la cuales sólo se conocen alrededor de 13 000 (las otras
están en posesión del Vaticano) y se pueden apreciar en Louvre, España,
Inglaterra, Milán -entre otros- . El multimillonario Bill Gates es poseedor de
parte de estas páginas y pagó una suma de 38 mil millones de dólares; donde se
relata la escafandra, el códice sobre el vuelo de los pájaros y una obra de
hidráulica, sobre el secado de lagunas.
Hacia 1490 hizo su
experimento sobre "la ontogenia, recapitula la filogenia", era capaz
de doblar herraduras con cada mano (de las cuáles una dibujaba y escribía;
mientras que la otra pintaba), inventó un sistema para memorizar rostros y colores
(de hecho el ahorcamiento público de Savoronola, se encuentra dentro de su
obra), dormía entre 2 y tres horas, era vegetariano por decisión y amor hacia
los animales; hay muchas anécdotas por su respeto a los niños y los ancianos, para
sus estudios anatómicos profanó tumbas y es famosa su lira de plata con cabeza
de león, en la cuál componía música y cantaba con voz excelente; además de su
belleza corporal, la paz que irradiaba este genial hombre, quedó plasmada en
varios relatos de quienes tuvieron la oportunidad de conocerle.
Les dejo con algunas de
sus maravillosas frases, llenas de sabiduría y humanismo (por cierto, también
inventaba adivinanzas):
"Así como una
jornada, produce un dulce sueño, así una vida bien usada, causa una dulce
muerte".
"Verdaderamente, el
hombre es el rey de los animales; pues su brutalidad, supera la de ellos".
"Quien de verdad sabe
de lo que habla, no encuentra razones para levantar la voz".
"Quien no castiga al
mal, ordena que se haga".
"En cuanto nace la
virtud, nace contra ella, la envidia y antes perderá el cuerpo su sombra, que
la virtud su envidia".
03
UN AGUJERO DIMINUTO EN LA PARED
Efraím
Blanco
Creo
en la existencia de los duendes, pero procuro no hablar mucho de eso. Prefiero
evitar el tema porque siempre me hace quedar mal. Apenas le cuento a alguien de
la existencia de alguno de ellos y no vuelven a visitarme en meses. Los
pequeños bastardos. Les tengo un cariño especial, excepto cuando es la época
del mes en que necesitan abastecer su alacena y empiezan a robarme cosas. El
mes pasado les dio por secuestrar al gato. El felino se llamaba Señor Kawamura.
Un digno apellido oriental.
El
lindo Kawamura era serio y valiente como todo un guerrero samurái. Cuando los
duendes se lo llevaron ni siquiera maulló para pedir ayuda. Vinieron cinco de
esos pequeños hombrecitos y lo cargaron con una facilidad pasmosa. Yo leía un
libro de cuentos y apenas puse atención al rapto. Lo confieso. Los miré
alejarse por un rincón del cuarto hasta encontrar un agujero diminuto en la
pared. Por allí pasaron de uno en uno. Luego, con una cuerda, jalaron a la
mascota hasta cruzar por la grieta. El minino me miró con aires de resignación
hasta perderse de vista.
Días
después regresaron los duendecillos. A veces, aún dormido, escucho sus pequeños
pies trastabillar entre los libros. Se insultan en voz baja cuando algo sale mal,
pero son generalmente muy organizados. No dejan huella de nada. Al parecer esta
temporada debían almacenar más comida que la de costumbre. Sospecho que en las
épocas de vientos fuertes necesitan más alimento. Lo digo porque esa vez se
llevaron a mi mujer. Ella tampoco opuso gran resistencia. De alguna manera
sabía que la cosa tenía que ser así y se dejó llevar. Esa ocasión fueron diez
los pillos. Semidormido, me di cuenta de todo pero apreté los ojos para no
hacer ruido. Mi señora, tan cansada la pobre, ni siquiera se daba cuenta de lo
que ocurría hasta que la pasaron por el agujero.
De
unos meses para acá el departamento ha estado de lo más tranquilo. Aunque los
domingos en la tarde me da por extrañar a mi gente. A veces transmiten cosas en
la tele que quisiera comentar con alguien y ella ya no está. Tampoco Kawamura.
Los duendes sí. Se sientan en el sillón y se adueñan del control remoto para
buscar sus programas preferidos. Les gusta ver canales de noticias desastrosas
y se destornillan de risa. Preparan palomitas de maíz en el horno de
microondas. Cuando se aburren simplemente desaparecen por el resquicio de la
pared.
Si
me asomo al agujero por donde se escabullen oigo el bullicio de su pequeña
ciudad. En ocasiones paso noches enteras escuchando su fiesta y muero de risa
con los chistes que se cuentan por las callecitas de Ciudad Duende. Son unos
malditos comediantes. He pensado que las cosas no pueden seguir siempre así. En
una pequeña bodega guardo una gruesa manguera. Sería cuestión de abrirla a máxima
presión y dejarlos ahogarse lentamente. Mueran pequeños bastardos. Sin embargo
cuando estoy a punto de hacerlo pienso en mi amor y en el pobre de Kawamura que
no sabe nadar. Tengo la esperanza de que sigan vivos y los enanos los necesiten
para ayudarlos a cargar cosas, o quizá divertirse con ellos sin hacerles
ninguna maldad. Eso es lo que pienso. O eso es lo que deseo.
Los
meses han pasado y he olvidado ir al trabajo. El teléfono lleva días
desconectado y la chapa de la puerta ya no funciona. Estoy encerrado. Hay más
duendes de lo normal. Ya no uso el control de la tele. Ahora me gustan un tanto
más los programas de noticias y mi labor del día consiste en preparar la comida
para mis huéspedes. Estoy siempre al servicio de ellos. A veces vienen cuando estoy
dormido y pienso que van a llevarme. Pero no lo hacen. Así que espero. Me
gustaría volver a ver a mi mujer. También al bueno de Kawamura. Quizá un día me
roben los duendes. No diré que no me asusta. Pero les tengo un cariño especial.
Efraím Blanco
Es egresado
del Diplomado en Creación literaria de la Escuela de Escritores “Ricardo
Garibay” del Estado de Morelos (ICM/SOGEM). Estudió Letras Hispánicas en el
CIDHEM. Ha publicado los libros de poesía “El alma de las cosas” e “Imaginando sueños” y los libros de cuento “Estos
pequeños monstruos” y “Absurdos”. Sus poemas y cuentos aparecen en diversas
antologías; Ha publicado textos en periódicos estatales y nacionales, páginas
de internet y revistas como Voz en Tinta, Atemporia, El Perro Andaluz, México
Volitivo, ConVersa y La Piedra. Primer lugar de Poesía en los Juegos Florales
Cuernavaca 2010. Tiene una columna literaria semanal titulada “En el ápice” en
el diario el Regional de Morelos. Aparece en la selección de 100 autores del
concurso hispanoamericano de minificción de la web hipérbola.org
Recientemente
se hizo merecedor del XI premio nacional Juan José Arreola 2012 que otorga la
ciudad de Guadalajara.
POEMA 1
DASEIN
La niña flor
Mónica Gameros
Cascada de palabras, cartonera
Colección 2011, Vol. 7
VII
América te he dado todo,
ahora no soy nada
Allen Ginsberg
América, mis raíces vienen de la tierra
negra
& a la tierra negra he devuelto la
semilla blanca.
Esto que soy, este montón de huesos,
convertidos fueron sobre el canto del
viento;
se tornaron juego, palabras, suspiros;
todos se cubrieron de ego:
me calzaron, me vistieron, me domaron y
luego
me abandonaron al tiempo
& me quedé con el canto escurriendo por
mi mano.
América, esta mancha blanca, esta sangre
depredadora,
esta idea tuya de la vida:
me hace nudo la calma,
me rompe cada mañana.
Al amanecer de mi memoria lo estalla;
me deja en silencio,
me resguarda en medio de la pesadilla
humana.
América, del trigo vengo & el maíz está
en mi sangre:
soy mar, del río caigo. Soy espada, soy
jade:
soy guerra, violencia, amor impuesto,
una oración nocturna ante la duda absurda.
Si canto, las cañadas estallan.
Si bailo, los ríos sangran: no sé tejer la
tierra,
no sé bailar para unir al universo,
no veo el ombligo del fuego nuevo: tu
lengua
se me escapa.
América, soy niña, flor, tierra negra;
en el vacío monto sobre el terrible
silencio.
El paisaje es roca, las ciudades histeria,
los gusanos
delirio que traga viento.
Soy duelo, moneda rota, semilla perdida.
Soy una roca pintada por la mano de una niña;
soy palabra en medio de la niebla,
una cruz blanca en la guerra,
una granada que cae entre tus hijos.
Sigo siendo la prueba de tu derrota.
En mis manos, en mis piernas,
veo a las mujeres humilladas en tiempos de
guerra;
en mis ojos veo los del depredador furtivo:
demonio blanco de oscura mirada,
de cabello negro, de piel nevada,
de implacable deseo.
A morir vengo; exploro mis polos, descifro
mis códigos,
doy trazo a mi paso.
Sueño con dar dirección a mi aliento en el
universo;
sigo contemplando la belleza de otras
dimensiones
donde soy la niña flor, la tierra negra, el
aire volcánico,
el agua marina, el fuego de estrellas.
Allá, soy la voz de la niña que se hunde en
las nubes
para alcanzar las palabras vueltas
mariposas en ruta al sur,
invasoras de la miseria humana.
Allá, soy hoja seca migrante de la brisa,
una
gaviota atrapada en la tempestad,
un grano de arena cayendo desde una
estrella en agonía.
Me reconozco en el dolor de la tortuga
sobre la arena.
Destilo violencia.
04 y 05
Caminamos entre surcos y
veredas
Por Carlos Freeman
caufree@hotmail.com
Caminamos entre surcos y
veredas. Muchas veces tropezamos, pero nunca con la misma piedra. La aventura
de lograr un proceso (muchos) de desarrollo regional nace -así debe ser- en el
pueblo. Resulta del compromiso que refleja y expresa el campesino que ha dejado
de serlo para engrosar las innumerables filas del asalariado mexicano; último
eslabón en la cadena de mercado, que interconecta a una pléyade de centros de
intercambio y consumo. Esto cuando la suerte acompaña; cuando no, se engrosa
entonces el ejército laboral del desempleo. Cuando el buen barbón Marx lo
anunció, muchos decidieron no creer: EUA proveerá, pensaban. Lejos estábamos de
imaginar que en el seno mismo del sistema de reproducción de capital
imperialista, anidaba la semilla de su propio desnivel; se requieren pobres
para que existan ricos y aquellos han multiplicado su número, mientras éstos se
reducen al mismo tiempo que crecen sus arcas.
Por allá de los 70´s, Raúl
Prebish izó la bandera Cepalina; institución que nace de la interpretación
honesta del Modelo de Desarrollo Sustentable. Muchos han sido sus logros, pero
lamentablemente han sido más sus fracasos. Sus fracasos se explican en el mismo
lugar donde nacen nuestros esfuerzos: en el pueblo. Cada pueblo latinoamericano
está sujeto a su propia especificidad, dueño de su propia historia y de sus
propias contradicciones.
La avanzada Cepalina se
enfrentó, así, al robusto esquema del Estado-Nación, aquel Leviatán panzón que
reproduce los mismos paradigmas de viejos gobiernos. El intentar aplicar los
mismos modelos que probaron su efectividad en Brasil, Venezuela, Chile y Cuba,
no garantiza que en las regiones mexicanas obtenga los mismos resultados.
Apuntando más arriba; la consigna Foxista de fomentar la producción
agropecuaria es vana; si ésta no se acompaña con la apertura de mercados a
nivel local, regional, nacional e internacional.
Nuestro campo es fértil y
verde, la tierra es obediente y generosa, nuestras manos son fuertes y hábiles.
Sin embargo, acude a la cita el otro gran obstáculo del desarrollo regional: la
mentalidad agachada del México Profundo. Aun siendo dueños y artífices de
nuestros propios medios de producción, carecemos de las nociones mínimas de
organización comunitaria, que nos permitan acceder a otros estadios de gestión
y auto gestión. La dependencia hacia el Gobierno y sus programas sociales es
tal, que si ésta no existiera, las milpas ya se hubieran secado hace décadas;
ocasionando lágrimas de montañas venerables, que antaño rebosaban en sus faldas
de huertas y campos de cultivo, terrazas agrícolas y acueductos que permiten el
flujo del agua, para dar de beber al verde que nos sustenta.
De nuevo la aventura, pero
ya no basta navegar con títulos universitarios en la búsqueda de apoyo: lo que
ahora resulta necesario es la necedad. La Sra. Edith, de Marcelino Rodríguez,
así lo manifiesta: "Si yo no fuera necia, no habría logrado nada". Y
es mucho lo que ha conseguido. Hoy, su destino le depara un viaje, quizá el
último, hacia EUA, con la intención de aliviar el vacío que dejó su esposo, a
causa de un accidente absurdo. Lejos se llevará su necedad y seguro estoy, que
serán los gringos quienes ahora la aprovechen. Mientras tanto, aquí seguiremos
caminando entre surcos y veredas, con la bandera de la necedad en el pecho.
Compañeros todos
Adán
Echeverría
Mérida,
Yucatán
Feménite
La pecera
Sofía
compró los peces porque vio atrapada su angustia en esos ojos. Detrás del
cristal de la pecera, esos globos saltones atrapaban las preguntas que ella
acostumbraba hacer al vacío. Sintió la vista acuática recorrer su piel, los
párpados caídos, las mejillas tersas, bajar por el cuello hasta entrar por el
costillar, golpear el plexo para que la respiración regresara intacta y poder
sentirse viva.
La noche anterior a la compra
aún tenía las marcas de insomnio en la cara por el terror a sentirse presa de
un amor enfermizo que ya no compartía. Tenía razón la soledad: era prisionera y
los reclamos de su esposo la iban avejentando. Le llenaban la cara de surcos
que, por más cremas que utilizara, le arañaban el rostro, volviéndole una
anciana treintañera.
De aquel amor inaugural que
la había enfrentado a sus padres, a los compañeros de escuela, no quedaba más
que la sombra de aquel “Es mi decisión” que dijo apretando puños con los ojos
fijos en un futuro prometedor. Ahora los peces, que una tarde de domingo compró
en un tianguis, le muestran su rostro detenido en las burbujas. Gotas de aire
del universo acuático suben a la superficie y revientan liberando el grito
fantasmal que Sofía siente necesario.
Aquella tarde, que hubo de
transcurrir entre gritos y amenazas, fiel a la costumbre de su esposo, Sofía
decidió quedarse en el parque del centro de la ciudad para ver corretear las
aves tras las migas de arroz, intentar una sonrisa al mirarlas desprender sus
plumas mientras levantan un tenue vuelo, huyendo de las manitas de los niños
que las alimentan. Esperaba que el hombre con el que vivía se calmara y le
hablara al teléfono portátil. Mientras tanto dejaría que el calor la
consumiera, ofreciendo el rostro al sol. Era preferible el calor incendiario a
ser consumida por la angustia de permanecer en casa.
No importa perderlo todo.
Ese hogar que han adornado a su capricho, el auto deportivo, el cuerpo
delgadísimo producto del gimnasio por las tardes y las clases de baile en el
club social. Los múltiples regalos e incluso el trabajo en las mañanas le sirven
para huir del aburrimiento. El hastío se enreda cual nauyaca entre sus piernas,
apretando el corazón con las escamas del tedio.
Tampoco importó la amenaza
de divorcio. Él estaría con ella siempre. Lo había dicho en la iglesia junto a
las promesas mutuas. Incluso lloró al ver realizarse el sueño de tener a la
niña que siempre había amado. Vivía para recordárselo. Si a eso pudiera
llamarse amor. Sofía quizá ya no lo intentaba, no quería hacerlo; no estaba
segura si el sentimiento de salir del hogar paterno fue amor por este hombre o
arriesgarse a una vida nueva. Cómo llamar a la relación que los mantenía juntos
al borde del estallido que los conducía a los golpes. “No eres mi dueño”, solía
gritarle a su esposo después de cada pleito.
Pedro estaba conforme con lo
poco que ella le daba. Aquel hombre de cejas cerradas, dientes apretados y
pómulos secos sólo necesitaba saber que él la amaba y eso, ni ella ni nadie podría
evitarlo: “Te lo doy todo y nunca dejaré que te vayas”, decía la voz por el
teléfono. Sofía se seca las lágrimas al regresar a casa, nuevamente doblegada. Intenta
permanecer a salvo detrás de esa muralla de recuerdos con que aquel hombre pone
candados a sus salidas.
De regreso a casa Sofía
anduvo cinco cuadras para llegar al tianguis donde se exponía la venta de
animales para mascotas. Miró un conejo. Sostuvo en sus manos a un curie. Se
quedó atrapada en el verde plumaje de los loros, y la escandalera de los periquitos
australianos le arrancó la risa casi en el olvido. Entre jaulas, ladridos y
pelos de gato, escuchó la voz sobre los tímpanos. Su propia voz que había
querido mantener encerrada y ahora le hablaba a través de los ojos de los peces
dorados, subía con las burbujas de aire estallando como un eco sordo hasta sus
tímpanos. Los peces dorados la miraban con sus ojos acuosos, en cuya oscuridad
Sofía observó su alma atrapada arañando la superficie. Presa dentro de esos
ojos, dentro de la pecera, en su propia casa, en el interior de su cuerpo.
A dónde huir, cómo
sostenerse si él siempre se encarga de todo. El trabajo se lo había conseguido
un amigo de su esposo. Pedro la llevaba y la iba a buscar sin contratiempos. Ni
un minuto más en la oficina después de la jornada.
Con la pecera en el sitio
que le ha escogido, cerca de la ventana del jardín, permanece horas, sentada,
mirando el ondular de sus dorados cuerpos. En el fondo de los ojos mira el
encuentro con su amante. Las escapadas por las tardes cuando su esposo trabaja.
Invitarlo a casa y manchar las sábanas del matrimonio. Aquel amor que pronto se
hartó de la indecisión y una madrugada se alejó diciendo: lo tienes todo menos
aventura, eres una niña aburrida sin intención de rescatar su vida. Y después
del No te vayas, recuerda la
respuesta: Ya vendrá alguien más.
Tenía razón. Las imágenes se
precipitan entre las burbujas: diversos rostros la hacen gritar en el espejo,
pintarlo con labial, romperse las uñas para abrir las puertas del hartazgo. Las
persecuciones con que sueña, amenazada: te encontraré donde vayas. Su corazón
late apresurado. Le duelen las muñecas, moradas por los apretones, el
maquillaje cubre los malos tratos, el labio roto, los lentes oscuros, el
disfraz de femme fatal que oculta la violencia doméstica en que sobrevive.
Sofía junto a la pecera todo
el día, absorta, comiendo yogurt con miel y bebiendo pequeños sorbos de té de
jazmín. No piensa más que en la voluntad de sentirse viva, y el sexo no ha sido
esa posibilidad. Ha paseado la casa reconstruyendo cada adorno y el momento de
adquirirlo, cada historia con esos hombres que horadaron su cuerpo para
rescatarla y que sólo consiguieron enterrarla mas en su mutismo, en su miseria.
Empaca sus cosas en un
maletín de cuero y regresa junto a la pecera. Mira los peces ir y venir en el
encierro del cristal. Su esposo llegará en cualquier momento, con su cara de
felicidad por verla sobre la cama, doblegada. Durmiendo o llorosa con el
insomnio de siempre. Ya no será así.
Baja de nuevo, corta una
fruta y se queda mirando los peces dorados. No quiere huir a escondidas, quiere
verlo de frente y decirle adiós. Ha apagado las luces de la casa para no mirar
el cadáver de la tristeza que se derrama por la escalera. La puerta pronto
dejará caer los cerrojos que anunciarán su llegada. Su partida.
Quita el oxígeno a la pecera
y derrama en el agua dos puñados de sal. Espera mientras recorre cada espacio
de lo que pudo ser su hogar, pasa los dedos por las paredes, sale al patio,
mira las cerradas ventanas de su dormitorio, va hacia la cocina, abre los
cajones, la alacena, se detiene frente al refrigerador y lo desconecta. El
tiempo camina lentísimo y Sofía busca evitar los espejos de la sala.
Regresa junto a la pecera. Mira
como la respiración de los peces empieza a atragantarse. Engulle la pulpa de la
fruta. Se queda fija en la mirada de los peces y ve extinguirse la luz de esos
discos jugosos donde se petrifican los colores y se abandonan los brillos. Para
Sofía el pasado ha muerto con los peces. Pronto la puerta se abrirá.
Allá va. Es él, ha llegado.
Gira el picaporte.
Sofía se levanta con
decisión. El maletín de cuero en la mano. Su futuro relumbra en el cuchillo que
ha quedado entre las cáscaras y el bagazo de la fruta, ahí, sobre la mesa.
06
07
Lo que el diablo me dijo…
Dos tipos de cuidado
-ángel armenta lópez
Generalmente cuando nos hacemos fan de alguna banda o de algún cantautor, seguimos sus pasos hasta
el final, sus obras, sus variantes y sus proyectos alternos, a pesar de que las
emociones brotan desde el vientre, solemos ser críticos con sus etapas
decadentes, así como maravillarnos y ponerles altar a lo que consideramos sus
obras más perfectas.
Ahora en lo personal lo que disfruto es ver a mi artista
favorito en colaboración con otro artista, que si no es de mi gusto total, sí
es del nivel, y con quien haciendo tal mezcla, los resultados suelen ser
maravillosos, así que hagamos un recuento de los duetos que han movido la
tierra, desde algunos irónicos, como los más raros e inimaginables.
Hace tiempo, en mi búsqueda infinita sobre el jazz, conocí
a Sun Ra; un músico (obviamente negro) de los más ácidos, su música siempre fue
estrafalaria, así como la forma en la que se movía en los escenarios, su
vestimenta africana y sus épicas apariciones en vivo, hacían de Sun Ra una
leyenda. Sun Ra decidió invitar a otro locochón a grabar un disco que lleva por
nombre “Meets Sun Ra” y hablo del viejo musicólogo John Cage, famoso por su
acto de quedarse en total silencio frente a una orquesta y de espaldas a un
auditorio, dando la orden de permanecer en total y absoluto silencio. Este
disco cuenta con sólo 2 canciones, las cuales rayan en la experimentación, la
improvisación y el jazz, una combinación explosiva para esos viajes internos.
Otro de los grandes discos que fueron cocinados a dueto,
fueron los de Robert Fripp y Brian Eno, ambos en sus proyectos principales,
como es King Crimson, Eno en Roxy Music y de manera individual hicieron cosas
de altura. Cuando ambos se juntaron, revolucionaron los métodos de la
electrónica, más al estilo Wendy Carlos, utilizando el llamado “sampleo” que
son cintas interpoladas para usarse de forma repetitiva y de maneras
contagiosamente rítmicas. Los discos fueron: “No Pussyfooting” y “Evening
Stars” ambos son la cúspide de sus ideas sin dejar de lado su sello rockero y
fuerte de improvisación.
Otra de las agrupaciones que sigo de cerca, es a la banda
chicana Psycho Real y ese hip hop tan espeso y mugroso con todo el “mexican
style”, tirando barrio siempre grueso, preciso y macizo.
Sus líricas siempre tirando al barrio, contra la tira o
en pro de la población latina, la manchadez de los gabachos y los sinfines de
retratos que se ven desde la esquina de un barrio. La colaboración llegó con
una banda michoacana, de esas que le cantan a las ranflas y al perico, los Razos
de Sacramento, famosos por su odio abierto al pasito duranguense, y su canción
“quiero ponerme bien pedo” y la canción que grabaron junto lleva por título “la
loquera” una mezcla de hip hop rasposo y el método lirico del norte, explosión
pura para los barrios bajos.
Otras rolas que vale la pena mencionar son las canciones
“CIA” y “Vomit Express” de Bob Dylan y Allen Ginsberg. Roger Eno (hermanito de
Brian) y Peter Hammill que lleva por nombre “The appointed hour”, un disco para
meditar y estimular el alma.
O aquella banda mítica inglesa llamada “Lord Sutch and
Heavy Friends” que reunió a los requintos estrellas ex Yardbirds Jimmy Page y
Jeff Beck, el baterista del Zeppelin Bonham, el piano de Nicky Hopkins quien
colaboró con los Rolling Stones, y todos estos muchachos para hacer un conjunto
rotativo (parecido al del voleibol) donde se deja muy evidenciado la técnica y
el estilacho británico. Vale la pena escuchar este intento de maquinaria
perfecta que llega a tener momentos de lucidez, pero que quedó como un
pretencioso proyecto de rock.
Para cerrar con broche de oro me gustaría explicar un
término que al parecer está mal empleado, hablo del término “piratería”; hoy en
día le llamamos a todo aquel producto que no cumple con un perfil dentro del
mercado formal, tal mercado es tan amplio que nada se escapa a la falsificación
o al engaño, sobretodo la música, sin embargo, en los 60 y 70 se forjó ese término por los astutos que
metían a los conciertos grabadoras y se fusilaban alguna presentación en vivo,
por obvias razones, la calidad del audio eran pésimas, aunque hay algunas
cintas que han sido remasterizadas (irónico) y que han salvado ese sonido
primitivo de aquella noche y de aquella tocada, por ejemplo, existe un disco
pirata de Jimi Hendrix, Jim Morrison y la bruja cósmica Janis Joplin. También
un concierto de los Doors por una gira en Estados Unidos, y el concierto que
pasó a ser leyenda de Morphine meses antes de que Mark Sadman muriera en
Italia.
Así podemos pasar la noche recordando duetos que
rompieron los bordes de proyectos establecidos, uniéndose para lanzar semillas que
terminaron por sacar tallos que algunos aún siguen tocando el cielo.
Por cierto, ¿ya escucharon a José Alfredo y a Chavela?
08